Pedro Posada Rodríguez, un creador

Cuando con 18 años Pedro Posada Rodríguez, escuchó de la voz de su padre que debía abandonar los estudios y trabajar para cooperar en la economía familiar, se sintió desorientado. No imaginó, que su primer puesto de trabajo en el Hotel Jagua le daría la posibilidad de conocer a la gran Alicia Alonso y mucho menos que ella lo descubriría como actor. Aquí el joven Posada inicia su carrera artística incorporando al negrito, personaje del teatro bufo cubano, inspirado y entrenado por Enrique Arredondo, se apropia del espíritu de una tradición escénicas cuyo legado había dejado otro cienfueguero Arquímedes Pous. En el propio Hotel jagua es contactado por Alberto Panelo e Isabel Herrera, matrimonio argentino encargado de fundar una agrupación dramática en la provincia.

Un curso de formación de un año y medio bastó para que completara su procesión actoral y se incorporara de forma profesional el 9 de enero de 1963 como fundador del Centro Dramático de Las Villas. Defiende una multiplicidad de personajes que viajan en el amplio diapasón de los títulos que conforma el repertorio de la agrupación. Su desempeño histriónico le permitió ponerse al servicio de las concepciones artísticas de muchos directores desde los propios argentinos fundadores de la agrupación Alberto Panelo e Isabel Herrera, el también argentino Nestor Raimondi, los húngaros Lazlo Barbaczy y Gábor Zambecky; de igual manera aportó mucho a la estética de directores cubanos como Nelsón Dorr, Armando Suarez del Villar,  Ramón Rodríguez Regueiro, Juan Rodolfo Aman, Eugenio Rodríguez y Virgilio Reguera.

Su capacidad y habilidades actorales le permitían defender todos los géneros teatrales y viajar desde la comedia hasta los grandes dramas o las tragedias. Intervino en puesta de la dramaturgia China, francesa, inglesa, estadounidense, Suiza, alemana, italiana, rusa, sueca, española y Cubana.  Diseño escenografía y vestuarios de obras como Gente de Pueblo de Onelio Jorge Cardoso y Naranjas de Saigón de Raúl Valdés, las cuales llevaron su sello como director. También desde la dirección aportó mucho al crecimiento de la agrupación llevando a la escena una decena de obras que defienden la nacionalidad y la identidad del teatro cubano.

En el 1970 asume la dirección de la agrupación sosteniendo los preceptos estéticos y artísticos de la misma y evitando un derrumbe ante el inevitable declive que sufre. Ya desde el 1968 el nacimiento de la comunidad y el nuevo colectivo teatral Escambray había atraído a los actores cienfuegueros y muchos se aventuraron en la nueva experiencia. Fue el ingenio de Pedro Posada, lo que sostuvo un repertorio y motivó a nuevos procesos de creación; él asume el rol de docente y comienza a forma a las nuevas generaciones de actores. Desde ese momento el Centro Dramático de Las Villas se convierte en un grupo escuela y en un referente nacional por la manera de asumir de forma profunda y con alta sensibilidad la labor educativa, cultural e ideológica.

Los altos niveles alcanzado por los discursos estéticos artístico de las concepciones teatrales de la agrupación y de la formación cultural, ideológica y política de sus miembros, pone al colectivo en un crecimiento constante de sus formas y maneras de hacer y de comunicar el arte teatral. Sobresale aquí, la mirada previsora de Pedro Posada, su interés por alternar los espacios de representación, por llevar el arte a las fábricas, a los colegios, a los barrios y  sin descuidar los escenarios de nuestro teatro. Él defendía la necesidad de profundizar en lo sublime de cada mensaje y en los canales de comunicación con los diferentes públicos atendiendo a sus niveles escolares.

De este creador podríamos hablar de su defensa del buen gusto y la exquisiteces en el mundo de los espectáculos donde incursionó muy pronto, hasta convertirse en su mayor exponente. Un director artístico que expandió su talento formando a las nuevas generaciones de creadores de este arte, que estuvo al frente de la vanguardia artística fundando el comité provincial de la UNEAC de Cienfuegos, que dirigió la empresa provincial de la música y los espectáculos, Rafael Lay o que cuenta como uno de los creadores activos más longevo del mundo del arte en la provincia.

Habrá que recordarlo como un maestro que hizo galas de sus dotes como docentes y formador, como un creador que empuñó la espada de la cultura y alzó su escudo para no dejar debilitarse, a su grupo y a su arte teatral; un defensor de lo cubano y lo cienfueguero, un portador del espíritu vernáculo del teatro nacional, heredero de Arquímedes Pous y Luisa Martínez Casado o sencillamente como un hombre humilde, espiritual y soñador que no dejó de besar con sus pisadas cada rincón de esta ciudad.
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