Matadero S.A., estreno de Teatro de La Fortaleza

Cuando se presencia a un grupo de jóvenes desempeñando desenfrenada y apasionadamente una propuesta escénica, se vive una conmoción interior.

Los ojos dejan de visualizar para que vean los sentidos. El pensamiento se centra en la positividad, se sumerge tanto en ella que olvida los traspiés y las deficiencias se tornan insignificantes.

Con la garantía del protagonismo de los jóvenes se abre camino en la escena cienfueguera, Matadero S.A., una nueva exploración artística que Teatro de La Fortaleza hace en las formas y los contenidos; una búsqueda dramática dentro de los canales de sensibilidad y comunicación, de los discursos y sus públicos y dentro de las estéticas y los impactos sociales.

Arianna Cepero Almeida, actriz del colectivo, que se aventura por primera vez en la dirección teatral, plantea su concepción escénica partiendo de una adaptación dramatúrgica que hace de la obra Vacas, de Rogelio Orizondo y de donde toma su idea central.

El espacio escogido para la representación es Metca, un taller, un laboratorio de las artes plásticas que combina los servicios gastronómicos, comerciales y recreativos con el placer de hacer y disfrutar el arte. Un espacio amplio, de muy buena acústica y visibilidad, acogedor e íntimo, dispuesto para otras actividades, lo cual condiciona la escenificación.

Foto: Miguel Antonio Sarduy

Esta reciprocidad entre representación y espacio estimula la búsqueda y de forma orgánica acerca la propuesta a la línea estética que ha seguido la agrupación en todas sus presentaciones. La elección de un sitio no convencional para la puesta enriqueció el lenguaje expresivo de la misma, apropiándose de lo teatral de cada zona y poniendo en contexto y situación todas sus áreas. No se cambia de escenografías, sino de set. Los espectadores que permanecen de pies, se mueven con los actores siguiendo el hilo de los acontecimientos. La locución escénica se apropia de todos los recursos técnicos del propio local.

El conflicto de tres mujeres atrapadas en sus realidades se nos muestra desde el buceando que ellas mantienen en sus frustraciones y la intensa lucha que experimentan por realizar sus sueños. A ellas les unen sus desgracias, sus dolores y el infortunio de trabajar en la misma empresa: Un matadero de vacas.
Aquí se plantea una analogía entre el tratamiento que recibe el ganado vacuno cuando es llevado al matadero y la atención que le proveen a estas mujeres en su vida. Una analogía que iguala a las féminas al más indefenso animal, mutilado del idioma, de las posibilidades de expresarse y de cambiar su destino.

Ocho jóvenes conforman el elenco que defiende a los seis personajes que intervienen en la pieza. Para las mujeres, las protagonistas de esta historia, se reservan dos actores para cubrir la gama de matices, sentimientos y emociones que ellas viven. Ver a hombres defendiendo personajes femeninos nos muestra la dureza que estas alcanzan cuando hacen tareas forzadas o cuando la rudeza de las vidas las comprime contra sus existencias.

Junto a la virtud de ver tantos jóvenes entregados a la interpretación escénica, está la de presenciar muchos más aguardando en la puerta de Metca, listos para entrar a disfrutarla. Esta es una nave erguida como espacio de representación y donde se abrazan el comercio y el arte, y priman la creación, el pensamiento y la comunicación entre los jóvenes.

Fotos: Miguel Antonio Sarduy
Autor: Lázaro Pérez Valdés

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