María de los Ángeles Santana: el ángel que vivió en Constancia

actriz maria de los ngeles y-joseluis

actriz maria de los ngeles y-joseluisPor: Melissa Cordero Novo.
22  de febrero del 2011.

En la casa aún jugueteaban sus sonrisas. Estaban intactas. Sobreviviendo ocultas entre las telarañas. Hace mucho tiempo que María, la niña que fue ángel, partió por el sendero de azúcar. Demasiado. Han caído todas las hojas de entonces, las verdaderas. Se han secado los árboles donde cazaba mariposas para hacer sueños con sus alas. Hoy el camino ya no es dulce.



Lo que duele quizás es esta aurora.\ Lo que sangra mi voz, lo que me aterra \ Es esto de sentir que a cada hora \ Se está volviendo un poco más de tierra…

Carilda Oliver Labra

Sabe a óxido y a maquinarias descuartizadas. Ya el central de María, de la niña que fue ángel, no sabe abrir la boca y devorar cañas; pero la recuerda pura. Es imposible olvidar aquella sombra de aureolas.

Llegó apenas con siete años. Venía de la mano del padre, un médico de la capital. Tuvo que recorrer decenas de kilómetros para establecerse al sur de la Isla. Constancia, un pequeño y sorprendente poblado en Cienfuegos, le abrió los brazos a esta familia a inicios del siglo XX. Santana vino con un maletín repleto de termómetros y jeringuillas, a cumplir el servicio de la profesión y calmar los dolores de todos los cuerpos.

Entonces María, la niña que fue ángel, aprendió a fundir los pasos en el suelo. Era desorbitadamente casa maria delos angeles_constanciafeliz. La cómoda situación financiera de la casa -marcada con el 033- jamás nubló sus bondades. Y fue descalza a romper piedras con los pies y mirar consternada el “Fuerte Julito”, un torreón colonial, imponente, que mantenía alejados a corsarios y piratas. Cuentan que su padre subía a menudo con ella hasta la cima. Por eso, el día en que regresó, corrió de inmediato al fuerte. Allí recordó todo.

Los 4 o 5 años que María, la niña que fue ángel, vivió en Constancia, transcurrieron muy rápido. Quizás por ello, tal vez por otros motivos, el tiempo haya carcomido esa parte de la historia. Pero en sus remembranzas no existió ni un minuto de olvido para los juegos de pelota con el chico de la casa de enfrente. El día en que retornó, también pidió la llevaran a resucitar a su amigo del bate. Tenía 90 años.

Indudable era el cambio. María, la niña que fue ángel, residió en aquel pueblo del central alrededor de 1923; cuando volvió, el calendario marcaba el 6 de febrero de 2004. La mayoría de las construcciones habían sobrevivido, sus vecinos no. Fue, para ella, un retorno plácido en el tiempo, pero doloroso.

Elsa Barrios Rojas hoy camina con tres pies. Despacio, por los mismos senderos. La voz se le entrecorta y la emoción sobrepasa la calma mientras cuenta los instantes del regreso de María, la niña que fue ángel:

“Cuando ella llegó no se acordaba bien dónde quedaban las cosas, pero sí estaba muy clara de por qué había venido a Constancia. Yo le fui describiendo todos los lugares y cuando le mencioné el sitio donde está su casa, me dijo: ‘¡Ay, yo quisiera llegar allí!’, entonces la traje. Cuando estuvimos frente a la vivienda, se puso muy contenta; dijo que recordaba tantas cosas de su padre, de su familia… Luego recorrimos el interior del hogar e indicó: ‘¡Sí, esta misma es la casa, esta misma!’. María (la niña que fue ángel) se quedó encantada recordando su infancia, pues siempre vivió enamorada de este lugar.

“Ella nos dejó maravillados a nosotros, principalmente porque pensamos que cuando llegara actuaría de forma diferente a cómo lo hizo. Era una persona muy cariñosa, sencilla, y tratable”, agregó Elsa.

María del Rosario Sánchez Consuegra, técnico en comunicación cultural de la Dirección de Cultura en Abreus, también recuerda aquellos instantes de halos en Constancia:

“María (la niña que fue ángel) se encontraba en el Festival de Radio y Televisión en Camagüey, y expresó que quería venir al lugar donde había tenido una niñez tan feliz. Rápidamente todas las instituciones culturales nos preparamos para la visita de la Alcaldesa, que resultó muy impresionante. Se tomó fotos en el torreón, luego la llevamos hasta la Casona (antiguamente pertenecía al dueño del central), donde conversó con los pobladores, y se quedó a dormir esa noche. Al día siguiente, al marcharse, dijo que ya podía morir feliz, porque había regresado a uno de los lugares donde había sido muy feliz.

“Lo que más nos llama la atención -inquieta Sánchez Consuegra- es el hecho de que en las biografías recopiladas sobre la vida de María (la niña que fue ángel), no se contempla la etapa en que vivió en Constancia”.

Pero aquel pueblo le moldeó la sangre de actriz que siempre tuvo. Se marchó, y fue triste, pero su vida lleva pedazos inmensos del central y de las mariposas, y de la pelota; hasta de las nubes que se cosechan en ese sitio. Y cuando María, la niña que fue ángel, regresó, poco importó que no tuviese el pelo negro. Fue pequeña una y otra vez. Muchas cosas en su vida representaron el éxito puro. Era muy bella, excelente actriz, el rostro que enamoró a la televisión cubana.

María los Ángeles Santana, fue un ángel, el ángel que vivió en Constancia.

 

(…) y era pura / Como el blanco cansado de su pelo./ Andará con su dulzura,/ Saliéndose del cielo…

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