X Salón Mateo Torriente, de la UNEAC: Diagrama de un contexto

X Salón Mateo Torriente, de la UNEAC: Diagrama de un contexto

Por: Antonio E. González Rojas..
29  de noviembre de 2011.

Tras la severa poda que en el último lustro experimentó el circuito de salones de la plástica en Cienfuegos, afectado además con el reciente veto al pago de premios monetarios, escasas oportunidades quedan en el territorio para el contraste directo entre las diversas estéticas y discursos, convivientes en esta zona del país, desde los creadores consolidados hasta los incipientes egresados de la Academia.



La reticencia bastante comprensible de muchos artistas, a tributar sus piezas a los salones, redunda en detrimento de una confluencia que valide estos espacios, como cabales muestrarios/medidores de la manifestación.

La décima edición del Salón Mateo Torriente, organizado por la filial cienfueguera de la UNEAC, acude a finales de año para salvar la socavada honrilla, gracias a su capacidad de convocar varias de las firmas conocidas y más dinámicas del contexto, en los diferentes espacios galéricos ubicados alrededor del Parque Martí y el Boulevard, junto a los más bisoños, con una dignidad que no alcanza la excelsitud deseada y lograda años atrás.

Pocas sorpresas hubo entonces en los lauros otorgados por los artistas Ángel Rivero, Elías Acosta, Vladimir Rodríguez, y los críticos Israel Castellanos y Jorge Luis Urra, integrantes del jurado, a la solidez conceptual y el oficio creativo de las piezas Diagrama pictórico y Diagrama de una imagen, de Adrián Rumbaut (Premio Mateo Torriente); la visceral autenticidad de Las ropas del viejo Wayacón, del inagotable primitivista homónimo (Premio); la reluctante y virulenta irreverencia de Objeto de valor-Rocío-Karla, Opción múltiple y No quiero creer en el jamás, de Juan Karlos Echeverría (Premio). Tres poéticas estas, que denotan la ingente pluralidad de senderos generacionales, visuales y discursivos remontados por los artistas sureños.

Con Diagrama pictórico, Rumbaut articula todo un análisis acerca de las interdependencias conflictuales entre Estado-Familia, generadas en Cuba medio siglo atrás, mixturando icónicas e íntimas figuraciones hasta casi su disolución en la nívea superficie de la pieza, cuya lectura de repente se desplaza hacia el terreno de lo táctil y no de lo visual. El blanco puede ser interpretado como noble mezcla de todos los colores, como plural consenso entre los preceptos de la macroesfera sociopolítica y las microesferas personales; también como refulgencia cegadora, generada por la reacción entre ingredientes disonantes en la redoma nacional. Con Diagrama de una imagen, Rumbaut explora las complejas confluencias y divergencias de sentidos en la famosísima instantánea de Ernesto Guevara realizada por Korda.

El inefable Wayacón retorna, con las piezas premiadas, hacia áreas más convencionales dentro de su propia obra: prendas de ropas ajadas, empleadas como soporte pictórico donde volcar su abigarrada y muy intimista mitología, cual Beuys presa de esquizoide epifanía chamánica. El Waya sólo es comparable con el Waya. Sus obras continuarán oxigenando salones, como casi único artífice capaz de lanzar franco y triunfal desafío al resto de las estéticas confluyentes.

JK, desde su muestra Estado de Sitio, expuesta en las paredes del Centro Provincial de Patrimonio, desafía percepciones abriendo angostas puertas a su enmadejada subjetividad, con piezas como las premiadas, donde transita desde las muy personales y emotivas cartografías de “No quiero…” y “Objeto…”, hasta el acre compromiso crítico con la sociedad que espeta cada átomo de Opción.

La sensación de posibles buenos presagios para el futuro inmediato de la creación local, es reforzada por la suerte de retrato al “ciudadano desconocido”, que articula Yoanna Osorio con su tela precisamente intitulada Retrato. Dicho sobrio discurso acerca de los sistemas de representación social, del eterno conflicto-avenencia entre sociedad e individuo, mereció la Mención Especial. Secundada fue en esta escalada de talentos noveles por Yaily Martínez, receptora de una Mención por su pieza Giselle. Eau de parfum, minimal ironía de sino ready-made, articulada desde el mordaz redimensionamiento de atributos kitsch como el perfume; frasco relleno de calandracas que discursa sobre los dobleces hipócritas de la naturaleza humana. Con Yaily compartió iguales honores la cartulina Krásnaya Dream, de Camilo Villalvilla, pieza axial de la recientemente inaugurada exposición colectiva Da Kantzá!, en la Galería Maroya, del Fondo Cubano de Bienes Culturales, en tanto resume con aguzada semiosis el impostado aplatanamiento de la cultura rusa durante la segunda mitad del siglo XX en Cuba.

Aunque fuera del palmarés oficial, otras piezas coadyuvaron a la cualificación del X Salón Mateo Torriente, como el taco xilográfico de Luis Ángel León, el cual se salva por el planteamiento y el rigor técnico, de la tendencia grandilocuente que predomina, ya con malsano exceso, entre estudiantes y recién egresados de la Academia, patente en las ampulosas piezas Retrato de Daniel, HA KYBE, Haiku, Yo soy un hombre sincero y Rapsodia para un soñador ambulante. Las fotografías de Ángel Peña (serie El turista), Libán Rodríguez (Se vende) y Roberto Gil (díptico Frente a la casa vieja), matizan la muestra, cuyo espectro se ve expandido por las siempre agradables tallas pétreas de José Basulto (Un espacio, un sueño, una esperanza), y la palmaria ingenuidad del naif Andrés Abelino Villa (El doble y Daniel dentro del horno), cuya evolución merece seguimiento. Las dignas y coherentes composiciones de sesgo abstracto de Julio Luis Rodríguez, Súlkary Lumpuy, e Irving Torres denotan otros ejes estéticos a seguir con atención.

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