Por: AIN
21 de febrero del 2009
Luisa Acea tiene un amor de mariposas, dijo en una canción el compositor cienfueguero Roberto Novo; y es que esta instructora de arte, con casi 50 años de trabajo, ratifica cada día la nobleza de esta profesión.
Recientemente le fue conferido el Premio Nacional Olga Alonso 2009, una de las distinciones más importantes para quienes dedican su vida a la instrucción artística en Cuba.
Sin embargo, Luisa Rosario Acea León es una de esas personas a quienes la vida también las ha premiado con la satisfacción de ver crecer el fruto de su empeño. A sus años recuerda el momento en que decidió brindar sus esfuerzos para encontrar el arte en lugares insospechados.
“Comencé a trabajar como instructora de música y luego de enseñanza general, desde antes de la década de los 60, porque siempre me gustó formar a los niños y jóvenes, a quienes nadie les da un voto de confianza – asegura Luisa- una persona con habilidades reconocidas casi siempre encuentra ayuda, lo difícil es darle un poco de color a aquello que parece feo; a veces de la nada sale algo hermoso”.
La también fundadora del Guiñol cienfueguero fue instructora voluntaria en el contingente Juan Marinello y asegura que ama preparar a sus alumnos, parte indispensable de su vida, por cumplir el precepto martiano sobre el derecho a ser educados y después en pago contribuir a la educación de otros.
“También trabajo con abuelos y con discapacitados, no hay mayor recompensa que recibir la sonrisa de esas personas con limitaciones y la mirada de agradecimiento de sus familiares, solo por eso prefiero ser trampolín que los ayuda a elevar su calidad de vida.”, comenta Luisa Acea.
Entre sus principales méritos esta profesional cuenta con el diploma Centenario de La Edad de Oro, el Premio del Barrio, concedido por los Comités de Defensa de la Revolución, y reconocimientos en varias ediciones del Cubadisco, así como homenajes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura por su destacada participación en el desarrollo de las artes en el país.
Visiblemente emocionada Luisa recuerda sus años en la dirección de la escuela elemental de música Manuel Saumell, comenta sobre el tiempo en que lideró el coro de la Defensa Civil, el grupo artístico de la Federación de Mujeres Cubanas, o los muchos proyectos comunitarios entre los cuales destaca el grupo Los Chicuelos y la brigada Dionisio Gil.
“Esta vocación me corre por la sangre por herencia familiar, mi abuela, mi mamá y yo, estábamos muy vinculadas a la cultura. Ahora son mis hijos y mi nieta quienes mantienen esta tradición y soy feliz porque muchos de mis muchachos han continuado mi obra”, asegura.
Los cienfuegueros la reconocen como una mujer sencilla, afable, que no deja de trabajar, a pesar de estar jubilada, porque, según la propia Luisa Acea, “mientras el corazón esté latiendo hay que mantener encendido el motor”.
La escritora Lourdes Díaz Canto definió a esta artista como hecha de luz y sonrisa, una musa que inspira a los jóvenes, ocupando su tiempo libre, en aras de defender los valores artísticos y forjar hombres de bien.
Por eso, cuando este 18 de febrero se celebre el día del instructor de arte, habrá que agradecer a quien le ha dado su sabia al pueblo que la vio nacer. Una vez más estará Luisa Acea junto al piano, la guitarra, el acordeón, cual hada que descubre duendes y que como dijera un cantautor sureño ya nadie podrá salvarse del amor de esta cienfueguera.
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