El pasado diciembre el Ministerio de Cultura emitió una declaración titulada Rompen el diálogo quienes pidieron diálogo. El documento fue redactado a raíz de que Fernando Rojas, viceministro de Cultura, recibiera vía correo electrónico, un texto «inaceptable» de parte de algunas personas con las que se reuniera el pasado 27 de noviembre en la propia institución, cuando, en sentida fecha para los cubanos, se concentrara frente a la sede un grupo de artistas, algunos a partir de la convocatoria en redes sociales, de personas cuyo interés no era discutir cuestiones culturales.
En dicho documento se ratificaba que la institución no aceptaría reunirse «con personas que tienen contacto directo y reciben financiamiento, apoyo logístico y respaldo propagandístico del Gobierno de Estados Unidos», ni «con medios de prensa financiados por agencias federales estadounidenses».
En noviembre, integrantes del mal llamado Movimiento de San Isidro utilizaron el desacato y asumieron una postura de fuerza para que se cumplieran sus exigencias. Muchos de los que llegaron al Ministerio protagonizaban una manifestación pacífica; sin embargo, otros previamente instruidos, plantearon diversidad de inquietudes, ideas y demandas. Participaron también ciudadanos con implicación en actos vandálicos contra tiendas en mlc en la Isla.
Ahora, poco antes de que en redes sociales tuviera lugar una Marcha de las Antorchas virtual, convocada por los jóvenes para el 27 de enero, y así conmemorar el aniversario 168 del natalicio de José Martí, vuelve el Ministerio a ratificar principios, esta vez enfrentando una provocación contrarrevolucionaria y reafirmando su disposición al diálogo sin condicionamientos ni chantajes.
El Mincult publicó en Twitter que la institución «ratifica su voluntad de diálogo con los creadores honestos sobre cualquier tema relacionado con la política cultural de la Revolución Cubana y reitera su negativa a aceptar provocaciones o a dialogar con mercenarios».
El mensaje, parte de una nota emitida por la institución, con título No quieren diálogo y provocan hasta el límite, se publica a propósito de un incidente ocurrido en la mañana de ayer, cuando estaba prevista una reunión con tres voceros designados para el diálogo por un pequeño grupo de personas que se ha caracterizado por su actitud provocadora y su relación con medios pagados por agencias federales estadounidenses.
Frente a la sede se presentaron alrededor de una treintena de personas a las que se les pidió favorecer el diálogo o retirarse por el riesgo que entrañan en tiempos de covid-19 las aglomeraciones en espacios públicos.
Ante la negativa, los trabajadores del Ministerio reaccionaron de inmediato, se congregaron frente a los provocadores y los instaron a retirarse.
Alpidio Alonso, ministro de Cultura, en la ocasión expresó: «No quieren ningún diálogo. Se les invitó varias veces a que entraran y no quisieron entrar. Y no vamos a permitir esto en el Ministerio de Cultura. Aquí estamos trabajando demasiado para que vengan aquí con este tipo de provocación. No respetan a todo el movimiento artístico de este país que es revolucionario… Si vienen en un tono desafiante y provocador como ahora, van a encontrar la respuesta enérgica de nuestra gente».
SOBRE ALERTAS E INTENCIONES
A propósito de sucesos como los descritos, el especialista en Medios de comunicación, Javier Gómez Sánchez, considera que lo primero que debe tenerse claro en las actuales circunstancias es «que la primera y principal agresión, la principal violencia, es la de sitiar una institución y crear un estado de asedio a las personas que trabajan en ella».
Otro de los elementos que se reiteran por parte de la contrarrevolución es «negarse a entendimiento alguno, utilizar celulares y redes sociales para movilizar a más personas, manipular mediáticamente, y hacerlo mientras se recibe dinero del país que sostiene contra el nuestro un cruel bloqueo económico, financiero y comercial, con el fin de crear el peor ambiente posible, provocar al máximo, hasta lograr una reacción que puedan utilizar en su favor».
Gómez Sánchez exhorta a todos los revolucionarios a ganar en claridad sobre los objetivos de la contrarrevolución, que busca ocultar la principal violencia, y procura que nos pongamos a juzgar a los revolucionarios asediados por las provocaciones, en lugar de apoyarlos.
Véase, sencillamente, quienes están entre los primeros en reaccionar «solidarios» con los alborotadores, y se sabrá enseguida qué intenciones mueven a los «pacíficos y patriotas artistas dispuestos al diálogo» que asedian instituciones estatales. Poco después de la provocación, la Embajada de Estados Unidos publicaba en Twitter su preocupación por los «manifestantes», y se atrevió a dar consejos al Gobierno cubano para que escuche a quienes son pagados con los dólares de la subversión que financia, por millones, la Casa Blanca.
(Tomado de Granma)
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