El municipio de Rodas puede considerarse atípico para algunos si tenemos en cuenta su apego a las tradiciones más autóctonas que definen la cubanía. En estos tiempos donde la definición de nacionalidad se tambalea de un lado a otro “la tierra del lechuzo” exhibe con orgullo sus raíces.
A algunos puede parecerles antiguo a otros fuera de época, lo cierto es que Rodas respira Cuba desde la cabeza a los pies. Es significativa la presencia de manifestaciones populares que tienen su origen en la migración canaria de mediados del siglo diecisiete.
Las raíces españolas se unieron al influjo aportado por los esclavos africanos, dando lugar a un sinnúmero de tradiciones que confluyen, a despecho de la modernidad, en el panorama rodense actual.
Resulta normal para los moradores del Valle del Damují los Festivales de Música Mexicana, las Noches del danzón y del bolero. Hecho singular y particular que matiza la presencia como expresión local de nuestras raíces.
Por eso se mantienen más vivos que nunca costumbres como las serenatas, los puercos ensebados, los torneos de caballos, las peleas de animales, las competencias de natación, la décima guajira, el tejido, el bordado, los bembés, el son y la guaracha.
Rodas come me expresara un colega forma parte de la expresión de lo real y maravilloso americano que tan bien definiera Carpentier. A mucha honra dirían algunos, y aunque no formo parte de los que habitan ese singular punto de la geografía cubana pienso lo mismo. (Tomado de RCM)
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