Razón y pasión de un contrapunteo necesario

El periodismo de opinión tiene muchas formas de manifestarse. Y una de ellas es la que incorpora el criterio del receptor, para convertirlo en un punto de vista insoslayable en todo acto de comunicación.

De cómo tal presupuesto se cumple en la prensa escrita, radial y televisiva dieron fe colegas que desde las páginas de un periódico, o en espacios insertados en la programación de emisoras y telecentros, establecen un diálogo constante con los destinatarios de sus propuestas periodísticas.

 

Así que ninguna denominación pudo sentarle mejor a este encuentro de comunicadores que la de Contrapunteo imprescindible: el periodismo y sus públicos.

El pretexto para el intercambio fue el ya próximo aniversario 50 de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC); el lugar, un punto equidistante de las tres provincias centrales, en el villareño municipio de Ranchuelo, y los participantes: periodistas de La Habana, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Villa Clara, así como autoridades del Partido en ese último territorio.

Casi todos los asistentes expusieron experiencias metabolizadas en sus columnas o programas, desde las más consolidadas – como la sección Acuse de Recibo,  que ya cumple quince años en el diario Juventud Rebelde, llevada de la mano por el Premio Nacional de Periodismo José Alejandro Rodríguez; o El Triángulo de la Confianza, que el realizador Fabio Bosch mantiene desde hace dos décadas en la emisora cienfueguera Radio Ciudad del Mar – hasta  las relativamente más recientes, pero no por ello menos  trascendentes propuestas, como el espacio Con Voz Propia, de Radio Sagua.

Se habló incluso de iniciativas como la de dar cauce a la opinión de lectores y televidentes a través de sendas soluciones buscadas por la sección A la vista, del periódico Vanguardiay el programa Por la Goma, de Perlavisión, para mantener ese buscado “contrapunteo” con el público, en ambos casos a partir de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, mediante mensajes enviados a ambos medios por SMS.

Pero más allá de las experiencias puntuales – todavía más útiles al quedar compartidas y socializadas en el intercambio – se hicieron otros planteamientos que dan sustento ético, profesional e ideológico a esta manera de hacer periodismo, no exenta de riesgos ni de tensiones.

Se dijo, por ejemplo, que para que desempeños como ese prosperen y comparezcan ante los medios quienes realmente pueden y deben aportar información de interés público, es menester una buena dosis de voluntad política y gubernamental, pero también un liderazgo por parte del periodista responsable de esos espacios, capaz de ganarse, primero, el respeto, luego la confianza y por último el apoyo de fuentes y receptores.

Importante para sustentar esta particular manera de ejercer la opinión  es que nuestras agendas y rutinas de trabajo se establezcan desde los propios órganos de prensa y desde los aportes del receptor.

También que la primera voluntad política se genere desde la dirección del medio al que pertenece el  periodista, que debe sentirse acompañado y defendido ante las eventuales presiones de aquellos a quienes no conviene lo que puede develar una investigación periodística seria, profunda, responsable e inclusiva del punto de vista de la población, generalmente la más afectada por burócratas y funcionarios ineficientes.

Pero consumar tal propósito requiere de esta  suerte de periodista una ética a toda prueba. No puede tener su techo de vidrio quien pretenda lanzar las piedras de la verdad contra cubiertas que se pretenden a veces intocables.

Se discutió cómo este tipo de espacios, polémicos por naturaleza, constituyen además una inestimable fuente de retroalimentación para empresarios y autoridades políticas y gubernamentales, aunque lamentablemente no siempre se interpreta así por quienes más interesados deberían estar en hacerlo.

Se alertó también sobre no confundir el periodismo de opinión con el de catarsis, porque el ejercicio periodístico solo puede ser útil en la medida en que contribuya a generar soluciones. No perder de vista que lo más importante es la búsqueda, la investigación, resentidas no pocas veces por la falta de profesionalidad de quienes asumen el reto. No olvidar nunca que la catarsis es una opinión que no merece respeto.

Se reflexionó sobre el hecho de que esta particular manera de ejercer el criterio  no resulta fácil, sobre todo por reivindicarlo sobre un terreno abonado demasiado tiempo ya por un periodismo complaciente. Profundizar ese necesario “contrapunteo” en la prensa cubana, pasa inexorablemente por el ejercicio de un periodismo partidista, pero no tutelado, con una mayor independencia en su ejecutoria.

No perdamos de vista – al decir del Premio Nacional de Periodismo, Luis Sexto, uno de los asistentes al intercambio – que “el conocimiento se construye entre partidarios y adversarios y que la profundización está en la polémica.” Única manera, añadiría yo, de hacer prevalecer lo verdaderamente revolucionario en cualquier disenso.

De manera que si de verdad queremos desde la prensa “dar voz a la calle” como parte esencial de ese “contrapunteo”, hay que seguir arrostrando con denuedo los muchos retos que todavía tienen por delante la sociedad y el periodismo en Cuba.(Tomado de RCM)

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