El poeta mexicano Eduardo Langagne calificó hoy como institución muy respetable la Casa de las Américas, de cuyo premio literario participa como jurado por segunda ocasión, además de ganarlo en 1980.
También el Maestro en Letras Latinoamericanas por la Universidad Nacional Autónoma de México se hizo acreedor el pasado año del Premio de Poesía José Lezama Lima, que la propia Casa le confirió a su libro Verdad posible, editado en su país por el Fondo de Cultura Económica en 2014.
En esta ocasión Langagne, junto al hondureño Leonel Alvarado, la española Selena Millares, el venezolano Freddy Ñáñez y el cubano Sigfredo Ariel, decidirá la obra poética triunfadora en la edición 58 del Premio Casa, cuyas sesiones de lecturas transcurren en esta ciudad, 240 kilómetros al sureste de La Habana.
Es una institución cultural que reunía escritores, intelectuales y pensadores de toda nuestra América, lo que nos hizo (desde jóvenes) encontrar en ella una referencia cultural, comentó el bardo mexicano en declaraciones a Prensa Latina.
Desde muy temprano, confiesa Langagne, tuvo la aspiración de concursar en el Casa y la primera vez que lo hizo, en 1980 recién cumplidos sus 27 años, su poemario ‘Donde habita el cangrejo’ se alzó con el lauro principal.
Acerca de su relación con la organización cultural fundada en La Habana en los primeros meses de la revolución triunfante (1959), destacó la importancia que tuvo su acercamiento al poeta y artista de la plástica Fayad Jamís, en sus años como encargado cultural de la embajada de Cuba en Ciudad de México.
Estaba en busca de una referencia con nuestro continente, primero con la lengua española y luego con la portuguesa a fin de no perder el vínculo con esa importante zona cultural que representa Brasil, recuerda el reciente traductor de Resurrección, la novela inicial del padre del realismo en el Gigante Sudamericano, Joaquim Machado de Assis (1939-1908).
Por medio de la Casa conoció la obra del peruano Antonio Cisneros y el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, ganadores de su concurso literario en las primeras convocatorias, y otros bardos ya consagrados como los cubanos Lezama Lima, Eliseo Diego, Fina García Marruz y Cintio Vitier.
El Premio Casa de 1980 le confirmó que era muy estimulante estar trabajando la poseía con seriedad, y algunos poetas mayores como el mexicano José Emilio Pacheco o el narrador guatemalteco Augusto Monterroso le dedicaran saludos o palabras de elogio.
Tener un libro publicado por Casa de las Américas no deja de ser una maravilla para un muchacho de 27 años, concluyó el autor de otros textos líricos como Reposo del guerrero, Recuerdo del fuego y Sobre la mesa del tiempo, entre otros.
(Tomado de Perlavisión)
Deja una respuesta