El XXIII Salón Provincial de Arte Popular de Cienfuegos fue inaugurado en la Galería Santa Isabel de esta ciudad y prueba lo que todo el gremio recelaba.
Se ha producido una respuesta discreta de los cultores de la disciplina y una pausa entre aquellos que años previos se esforzaban por actualizar y potenciar la naturaleza “ensayística” de los textos naif (permítanme seguir utilizando esta clasificación y no el término arte popular, toda vez que es un vocablo anchuroso, resbaladizo y forzado); dicho de otro modo, los que aprovechaban la capacidad adaptativa de la tendencia para disponerla a los tiempos, asumiendo lo único perenne en nuestro itinerario de vida: el cambio.
Por esta vez, participaron 24 concursantes con cerca de 35 textos visuales y las disciplinas se redujeron a la pintura, el dibujo, la escultura e instalación, con supremacía, en términos de primicia fabulatoria y discursividad, de las obras tridimensionales e instalativas, las que de algún modo dinamizaron la puesta curatorial.
En un entorno predecible y signado por las complejidades económicas de la Isla, el jurado del evento, compuesto por Dayana Lemes Rodríguez, directora del Centro de Arte de Cienfuegos, Néstor Vega Negrón, artista visual, y Jorge Luis Urra Maqueira, crítico de arte, optó por encomiar la perseverancia de los atributos del arte ingenuo y su adecuación a la contemporaneidad, novedad y frescura de los relatos, eficacia narrativa, vigor de los imaginarios, el atinado uso de las técnicas y materia expresiva, del reservorio de las tradiciones, el desborde de la personalidad y estilística de los creadores, la inminencia del tema y el salto cualitativo de los itinerarios de cada participante. Con estos pilares, procedió a la entrega de los premios del salón que tributa al artista local Julián Espinosa “Wayacón”.
Por el resguardo del arte naif y su espíritu identitario, la precisión técnica, congruencia entre el humor y la dimensión crítica de la fabula y singularidad de su grafía pictórica, concede una Mención a la obra Canasta básica, de Julio Barbón Davis.
A razón de la validez en el uso de la sarcasmo o el tono humorístico para recrear un tema imperioso, la solución instalativa que entremezcla modernidad y tradición, la riqueza fabulatoria del relato y sus ambientes populares, el pertinente gracejo de los personajes y dinámica narrativa otorga el Tercer Premio a la obra ¿Qué vaina es esta?, de María Victoria Toledo Martínez.
Atenidos a la desenvoltura en su puesta instalativa, al desenfado en el dibujo y el control de la línea, la simpatía de su imaginario urbano, singularidad de los personajes, actualidad e impacto del tema en la sociedad cubana, concede el Segundo Premio a la obra Mipyme del Palenque, del artista Santiago García González.
Finalmente, por su fidelidad a la tradición escultórica naif, el rigor en el tratamiento de los recursos expresivos de esta disciplina, la elegancia del diseño somático, apostura del personaje protagónico, atrayente narratividad y el creativo uso de los componentes autorreferenciales, atinado manejo del cincelado y la textura de la piedra, entrega el Primer Premio a la obra Coralia, de José Basulto Caballero.
Este jurado igual recomendó una selección más rigurosa de las obras en el proceso de admisión (que por esta vez no se produjo, debido a la escualidez en la cifra de autores), toda vez que muchos de los textos visuales no poseen los atributos básicos del “arte popular”, ni siquiera la apariencia primitivizante o ingenua. Asimismo, a los artistas, enmendar los hábitos propios, para evitar las rémoras y potenciar las fábulas desde lo inédito. Claramente, aunque se contó con la presencia de hacedores legitimados como Wayacón, Tania Madruga, Carlos Cáceres o Cenia Gutiérrez, la muestra tuvo pocas sorpresas y trasluce cierto agotamiento topicular y discursivo.
También sería prudente una mayor colaboración para que los lauros resulten inspiradores, más allá de la cata moral. Sabemos que el costo de las inversiones no son aliviadas con estas cesiones materiales y simbólicas. A la par, de los esfuerzos del Consejo Provincial de las Artes Plásticas; pero la institución no puede lograrlo en solitario, urge de otras consideraciones gubernativas. El arte, broquel de nuestra nación, urge de cierto reajuste en sus procesos para que asuma con eficacia su rol identitario.
No podemos menos que convidar a la comunidad de artistas sureños y sus públicos a la XXIV cesión del Salón Provincial de Arte Popular, a celebrarse en 2025. Hasta entonces confiamos que volveremos a rescatar los bríos de sus años más memorables.
Autor: Jorge Luis Urra Maqueira