No por promocionado en la página cultural del semanario Cinco de Septiembre u otros medios locales, el concierto de Osamu en el teatro Tomás Terry contó con un público siquiera discreto para observar el interesante -y en realidad de escasa publicidad- trabajo de este músico cubano.
Inscrito dentro de la gira nacional que realiza por sus 20 años de vida artística, el recital sirvió de pie al huésped para promocionar Cuarta temporada, su nuevo fonograma tras los precedentes Ven a mi vida, La vida no es tan dura y La vida puede cambiar.
Acompañado tanto en los coros como en algunos temas en solitario por su compañera artística y de vida, la cantante-actriz Yori Gómez, el autor de Burbuja feliz no anduvo con complejos a la hora de efectuar valientes, aunque en no todos los casos del todo valiosas, apropiaciones de singulares temas del funky, la balada pop o el dance -pongamos, por caso, Maroon 5 (Moves Like Jagger), Adele (Rolling in the Deep) o Cher (Believe).
Si bien no existieron problemas ni con la de buena a notable selección, ni con el idioma (como se sabe, Osamu es nieto de la cantante estadounidense Barbara Dane e hijo de Pablo Menéndez, director del grupo Mezcla, por lo que usar la lengua de Dylan en casa deviene tan sencillo como pelar un plátano), ni con el por trechos de veras impactante tren melódico del equipo, difíciles gradalidades sonoras y escénicas de las piezas citadas no pudieron captarse en su debida dimensión por la vocalista Yori.
Sí registraron mucha mayor suerte en otras versiones de temas country, rock o románticos del panteón sajón y también del nacional reciente. ¡Destaque en tal sentido para el aporte del guitarrista y vocalista Héctor Téllez (hijo)! Su dispositivo musical energizó el teatro en más de una ocasión.
El área más próvida resultaría, a la larga, empero, esa comarca personal de números firmados por el ex integrante de Havana, donde la amargura y la decepción agazapadas o explícitas en Ajedrez no deslegitiman sin embargo su calado. Pese a su línea más ligera, tampoco desmerece el titulado No pongas hielos en mi cama, especialmente provechoso para la cuerda de Yori, por citar dos situados en las antípodas de la propuesta casera.
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