20 de agosto del 2010
20 de agosto del 2010
“Bueno… ahora todos, vamos conmigo a cantar este coro que dice así:
Baila que baila el cangrejito;
Pa’ lante y pa’ trás bien sabrosito (…)
Y pa’ quí, y pa’ cá; y pa’ lante, y pa’ trás”…
Valores socioculturales, talento innato, timbre peculiar y técnica depurada resultaron perceptibles para quienes escucharon a Los Aragoncitos en una habitual tarde de ensayos. La letra cantada al unísono pareció además remitir a ciertas insatisfacciones albergadas.
Y PA’ QUÍ, Y PA’ CÁ; Y PA’ LANTE, Y PA’ TRÁS
Son 14 los integrantes. Casi todos cursan alguna especialidad de música en la Escuela Vocacional de Arte Benny Moré. Sus edades oscilan entre los 7 y 13 años. La captación obedece a condiciones técnicas o aptitudes, unidas a los resultados académicos.
“¡Uhmmmmm! ¿Qué nos podría faltar?…”, determinan el eco de la pregunta mientras se miran unos a otros, como en busca de la aceptación de la mayoría antes de revelar respuestas. “Tenemos el deber y derecho de regalar lo que hacemos, somos legítimos descendientes de la ‘Aragón’ -manifiesta con locuacidad Liset Cabrera Bernal, estudiante de tercer año de violín. Quisiéramos intercambiar con otros grupos, y tener más actividades aquí. Yo creo que merecemos reconocimiento y consideración; nos esforzamos mucho”.
A propósito, las preocupaciones de Iván García Bauta, fundador y director del conjunto, devienen proporcionales a su vasta experiencia. Según expone, “después de Los Aragoncitos se han formado Los Charanguitos de La Habana, Los Originalitos… Es bueno porque significa que funcionamos y la enseñanza artística ha tomado por centro ritmos autóctonos, aunque no existe en verdad un plan de estudio al respecto. Sin embargo, a veces siento que nos roban el privilegio de haber sido los primeros.
“Sucede, en gran medida, dada la falta de voluntad política y apoyo institucional, sobre todo por parte de la dirección de Cultura. No han reconocido la trascendencia de este proyecto, lo cual atenta contra su salud y repercute en la motivación. Si estuviéramos en la capital… Hoy se defiende más al reguetonero -conste, no soy enemigo del género-, y menos a un colectivo de pequeños dedicados al cha cha chá, danzón, son montuno; a preservar el formato de charanga típica”.
“Aun cuando constituye una orquesta de gran estatura, las autoridades locales no atienden lo suficiente a su repercusión en los ámbitos nacional e internacional -coincide el cantautor Lázaro García. Requiere ayuda más concreta. Si se comprendiera su importancia, cuánto bien reporta a esta ciudad porque nos identifica, y en qué medida es lozano para la música cubana toda, saldrían las facilidades. No hacen falta cosas extraordinarias para tenderles la mano”.
Al decir de Ángela Díaz Pérez, abuela de una de las cantantes, “las inconformidades están relacionadas, por ejemplo, con la falta de transporte. Y necesitan asimismo espacios”.
“Nos gustaría tener una peña… ¡pienso en los niños que se están formando también! -expresa Karel Damián Ramírez, intérprete de la flauta. Y grabar temas; ya grandes, al oírnos, podríamos decir: ‘escucha, así sonábamos cuando chiquitos’”.
Entre 1999 y el 2000, los entonces miembros de Los Aragoncitos viajaron dos veces a Francia. Participaron en el V Festival Cervantino, en México, y ofrecieron más de diez presentaciones. En Halifax, Canadá, actuaron junto a Los Primos, agrupación de ese país integrada por menores de edad. Además, las producciones discográficas Los Aragoncitos de Cienfuegos (1999) y Cienfueguero en La Habana (2002), bajo el sello BIS Music y gracias también al empeño de Lázaro García, fueron nominadas al Premio Cubadisco.
“Sin embargo, ahora no tenemos muchas actividades -asegura García Bauta. No grabamos un álbum desde aquello; nada, el fatalismo geográfico (…) En ocasión de nuestro décimo aniversario queríamos realizar un video clip. Nos hemos ganado un lugar entre el público, creo; y se trata de conservar la memoria histórica o patrimonio. Mas, no pudo ser. Tampoco nos escuchamos mucho en la radio provincial. La difusión es ínfima”.
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