Miguel de Carrión, la mujer cubana, ética y profecías

Miguel de Carrión, es un referente literario, cuando de denuncia adelantada de la vida de las mujeres en la Cuba de principios del siglo XX, se trata, sobre todo, al ser presentada esta imputación por un hombre.

Carrión fue un iluminado, un poco profeta, sin dudas; conocedor al dedillo del alma y la psiquis femenina, lo cual se evidencia en las profundas y acertadas caracterizaciones psicológicas de sus personajes femeninos, y un agudo escrutador de las causales sociales de las desventajas de estas en su época.

Personalidad peculiar y multifacética la de Miguel Antonio de Carrión de Cárdenas (La Habana, 9 de abril de 1875 – 30 de julio de 1929); hizo estudios de derecho, pero no concluyó esta carrera; tuvo ideas independentistas y por sus actividades revolucionarias emigró a los Estados Unidos, de donde retornó en 1903; se graduó de médico en 1908 y ejerció a partir de 1913 en la Asociación Cubana de Beneficencia.

Fue miembro del Partido Popular Cubano y candidato a representante por la provincia de Oriente en 1922; integrante fundador de la Academia de Artes y Letras, en1926 formó parte de una comisión que estudiaba las reformas al Reglamento General de Instrucción Pública y se le nombró director de la Escuela Normal. 

Hacedor, por otra parte, de una vasta labor periodística, que inició en 1899 con colaboraciones en una larga nómina de publicaciones cubanas como Azul y Rojo, El Fígaro, Cuba Contemporánea, Letras, Archivos de la Policlínica, Revista de Medicina y Cirugía, El Comercio, La Discusión, La Noche, La Lucha y Heraldo de Cuba, en los que publicó, entre otros, textos pedagógicos y asociados a la medicina.

También fundó varias revistas entre las que se cuentan Cuba Pedagógica (1903), y la dirigida a los niños La Edad de Oro (1904), dedicada a promover el pensamiento del Apóstol cubano.

En varios de sus trabajos periodísticos, intentó definir el carácter del cubano y contribuir con ello a la toma de conciencia de sus defectos y vicios.

Carrión veía poco sustento cultural en sus contemporáneos, y además unos vicios asociados a la superficialidad, la falta de constancia y a la poca reflexión; en este sentido afirmaba: «la rutina arraiga tan poderosamente en nuestro espíritu, que en lo moral, lo político y lo económico la inercia es la ley esencial de nuestra vida y todo cambio de postura social determina un doloroso desperazamiento de los músculos estremecidos».

Curiosamente, otro cubano, muchos años después, en la década del 60 del mismo siglo, haría una reflexión un tanto parecida; Edmundo Desnoes (La Habana, 1930), ensu breve novela Memorias del subdesarrollo, basamento del filme homónimo y archireconocido de Tomás Gutiérrez Alea, dice que en Cuba:

«El ambiente es muy blando y exige poco del individuo. Todo el talento del cubano se gasta en adaptarse al momento. La gente no es consistente, se conforma con poco. Abandona los proyectos a medias. Interrumpe los sentimientos, no sigue las cosas hasta sus últimas consecuencias. El cubano no puede sufrir mucho rato sin echarse a reír».

Un trabajo de otra envergadura se requeriría para analizar lo certero y errado de estas apreciaciones, pero es incuestionable la meditación que en ambos escritores provocaron sus compatriotas, sus contradicciones, y características, de donde brota otro de los grandes aciertos de Carrión: la cubanía, de su obra toda.

El escritor

El narrador fue un ejemplo de hombre de transición entre el siglo anterior y el de su nacimiento; como escritor estuvo marcado por las preocupaciones de la primera generación republicana.  

Su primer volumen de cuentos fue La última voluntad(1903); su relato «Alma de bronce, se considera como uno de sus significativos; este narra la infelicidad de una mujer, tema que lo atraparía y que el autor desarrollaría en su primera novela  El Milagro (1913),  y en las siguientes, las más encumbradas: Las honradas (1917) y Las impuras(1919), las que le harían conquistar la fama, y el  reconocimiento como uno de los representantes más importantes de la novelística naturalista cubana de principios del siglo XX, a pesar de la recomendación de algunos críticos de impedir su lectura a las mujeres, lo que en algunos casos se convirtió en verdadera prohibición.

En El Milagro, se observa una aguda crítica a la Iglesia, que no a la fe genuina, en tanto el escritor considera a aquella un poder represor de la realización plena de hombres y mujeres y describe los instrumentos morales que esgrime como impedimento para la felicidad y derechos humanos. 

Los críticos han percibido, en las incursiones profundas  hacia el alma de las protagonistas femeninas de la narrativa de Carrión, una influencia del realismo positivista  del  literato francés  Emile Zolà,  y también en su análisis crudo del sexo, un tema hasta entonces  casi nulo en la literatura cubana.

La clara vocación antropológica de Carrión, tuvo su principal objeto de estudio en la mujer en su dimensión humana y social más integradora, interés que se aprecia además de en su narrativa, en artículos publicados en la revista Cuba Pedagógica en los que hace énfasis en los hábitos retrógrados de un sistema patriarcal que obligaban a las mujeres a mantenerse al margen de la vida social, sin desarrollar su intelecto ni ejercer sus derechos ni independencia.  

Miguel de Carrión tiene el gran mérito de criticar desde una perspectiva realista y desnudar la verdadera entraña de una sociedad de simulada eticidad, que aprobaba y defendía como honrosa la sumisión de la mujer y su aceptación de un destino diseñado por los hombres.

Las mujeres cubanas de Carrión

Las protagonistas de las novelas Las honradas (1917) y Las impuras (1919), a través de las cuales el autor hace una defensa de los derechos morales de la mujer, de la controvertida pureza femenina y de los confusos límites de la moralidad, son muy diferentes y a la vez iguales en el amor y la frustración.

La Victoria, de Las honradas, (1917) es una burguesavíctima de los perjuicios sociales y la poca cultura del sexo en los matrimonios de la época donde las mujeres eran literalmente poseídas, no amadas carnalmente y mucho menos los hombres se ocupaban, siempre habría excepciones, de despertar el placer en sus esposas.´

Carrión defiende que una de las necesidades más urgentes de las mujeres y un derecho moral, es sentirse amadas y amar, tanto en espíritu como en cuerpo, en complemento perfecto, por eso Victoria se apasiona por un hombre que despierta en ella sentimientos y sensaciones nunca experimentados y que significa su gran episodio de adulterio y una felicidad fugaz, que se complica y provoca una madurez acelerada en el personaje,

Por su parte la Teresa de Las honradas (1919), nacida en la opulencia que abandona por amor a un hombre casado, sí conoce las bondades íntegras del sexo pero, su supuesto perfecto amante resulta ser un ser egoísta, pusilánime, aprovechado, oportunista y mentiroso, que la engaña y manipula.

Ambas mujeres son fuertes y valientes, en diferentes medidas; Victoria, porque cometer adulterio en esa época era un peligro ético, familiar y legal extraordinario, y Teresa porque arriesgarse a ser para siempre la inmoral que se fue a vivir con un hombre casado en la Cuba de inicios del XX era un escarnio difícil de soportar.

Las Honradas y Las Impuras, establecen una continuidad a partir de que el autor entrelaza algunos personajes y espacios en una misma historia; aunque es evidente la independencia argumental; al hablar de propósito, ambas complementan un retrato de la mujer representante de algunos estratos de la sociedad cubana de la época, que no de todos.

La primera de estas piezas narrativas tiene como contexto histórico los inicios de la República y la segunda más adelante, durante la Danza de los Millones; la primera transcurre en ambientes de clase media, y la segunda en escenarios pobres, del mundo del vicio y en barrios marginales.

Carrión agudamente, demuestra que el triunfo ético en una sociedad corrompida e intransigente como la cubana en las iniciaciones del siglo XX, es la mentira y la doble moral, porque Victoria, su nombre simbólico, vence y se convierte en ejemplo de moralidad burguesa luego de aquel incidente ilícito, mas sin embargo, Teresa, que  es en sí un modelo de virtud, y se declaró en su amor abiertamente, oponiéndose a las normas  de  lo conveniente y en apariencia correcto, fue aplastada por una sociedad  desalmada que condenó  el coraje de sus sentimientos y solo le dio el camino de la francaprostitución, camino que escoge no por su bien, sino por humanismo, hacia la hija moribunda de su amante.

Miguel  de Carrión falleció en La Habana el 30 de julio de 1929, a consecuencias de una enfermedad pulmonar, y dejó inconclusa, en los folletines Azul y Rojo, su novela El principio de autoridad; se encontró entre sus documentos inéditos su última obra narrativa   La Esfinge, que fue publicada póstumamente en 1961, historia menos dura y  transgresora que sus precedentes, y, en ella Carrión se muestra muy pesimista en cuanto  a la conquista de la equidad por parte de las mujeres, lo que también lo que también lo reafirma como un gran profeta.
(Tomado de Cubarte)

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