Por: Yudith López Ramos.
24 de agosto de 2011.
Múltiples resultan los ejemplos de mujeres abnegadas, quienes defendieron la patria empuñando las armas, colaboraron desde las ciudades o utilizaron el arte para dar voz a todo un pueblo en busca de su independencia.
Tal es el caso de la cienfueguera Mercedes Matamoros del Valle, quien devino una de las poetisas de la guerra, al reflejar en sus escritos la contienda librada por los cubanos en el siglo XIX para romper los lazos coloniales que le imponía España a la Isla.
La investigadora Hortensia Pichardo aseguró en su tesis doctoral, que Matamoros no podía contemplar impasible la epopeya gloriosa que regaba con sangre los campos, no podía permanecer muda ante el dolor de sus compatriotas y el horror de la Reconcentración.
Nacida el 13 de marzo de 1851, Mercedes Matamoros también cultivó la poesía erótica en Cuba, cuyo repertorio incluye la obra La Bestia, y artículos costumbristas publicados en los diarios El Siglo y Occidente.
Alcanzaron singular notoriedad los sonetos del texto “El último amor de Safo”, que la incluyen en la lírica femenina intimista de América.
Tras quedar huérfana de madre a los tres años, viajó con su padre a La Habana, donde le esperaba una vida llena de éxitos y de sufrimientos, que le llevaron a la muerte en la miseria el 25 de agosto de 1906.
A 105 años del deceso de quien fue ejemplo de la valía de la mujer cubana, los cienfuegueros la mantienen viva entre su cotidianidad, honrando a diario el busto de mármol de tamaño natural, el cual -desde el céntrico Paseo del Prado de Cienfuegos- recuerda que generalmente la pasión, el talento y la ternura tienen rostro femenino. (Servicio Especial de la AIN)
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