Nació en una familia humildísima. De la casa emanaba la pobreza, constantemente. Por ello, desde pequeño, salió a vender ropa en las colonias cañeras para recuperar algo de dinero y llevarlo al hogar donde se evaporaría al instante.
Tiempo después, lo llamarían el “Rey del doble sentido”, por la capacidad de sintetizar en unas pocas letras un humor muy cubano. Las tonadas del Guayabero hicieron y aún hacen reír muchísimo, mientras resultan ser, a la vez, clases de buena música cubana. El tres fue su compañero de toda la vida, convirtiéndolo en un ídolo de las composiciones en la Isla.
Faustino Oramas Osorio exploró todo el espectro musical, interpretando sones, la trova, componiendo y siendo un juglar sui géneris que avanzó por los campos de Cuba repartiendo tonadas y chistes criollos.
Ya con 15 años, Faustino comenzó a formar parte de conjuntos musicales que potenciaron sus habilidades compositivas e interpretativas. “Sexteto Tropical” y “Conjunto Trovadores Holguineros” fueron algunos de ellos, hasta que conformó el suyo propio.
La manera de vestir del Guayabero pronto se convirtió en un icono inconfundible. El sombrero de pajilla blanco y una distinguible corbata, además de la seriedad aparente en su rostro, hicieron que el público lo admirara desde los inicios.
Las picardías que utilizaba para componer sus temas eran sucesos obtenidos de su realidad cotidiana. Solía afirmar que el doble sentido lo encontraban solo sus admiradores. “Yo no digo lo que la gente piensa, ellos son los que ponen el doble sentido. En una ocasión un policía me dijo que lo que yo cantaba era un relajo. Le pregunté dónde estaba el relajo y no me pudo contestar, finalmente se me echó a reír”, afirmó en una ocasión el Guayabero.
Otras piezas famosas de su repertorio son: “Cuidado con el perro que muerde calla’o”, “La yuca de Casimiro”, “¡Ay, candela!” y “Marieta”. Realizó también numerosas giras por diferentes países (Francia, España, México…) donde todo público se quedó admirado por sus habilidades y la contagiosidad de su música.
Murió a los 96 años de edad, luego de que el pueblo cubano hizo de sus tonadas un patrimonio musical duradero.
El Guayabero es un juglar. Desde el punto de vista musical es un tresero popular de tumbaos, que utilizaba un diseño melódico rítmico muy reiterado, en cuya célula más elemental radica el sabor cubano
“Marieta”
Marieta por un trabajo,
me cobrea tres cuartos reales,
mi vida eres muy carera,
yo puse los materiales…
Marieta a mi me pido,
tres pesos con disimulo,
y dijo que me pagaba,
con el tiempo y sin apuro…
Fijate lo que te pido
yo no te pido la vida
de la cintura pa’bajo
de la rodilla pa’riba…
En la finca de Don Gollo,
le metieron a dominga,
una cabeza de pollo,
dentro de un pan con timba…
Yo vi una niña lavando,
un par de medias azules,
y se le colo una rana,
entre el domingo y el lunes…
Yo vi en el central, reciente,
a la orilla de un arrollo,
una muchacha agachada,
echandose agua en la frente…
Yo vi alla en Santa Lucia,
bañandose en un arrollo,
a una vieja que tenia,
cuatro pericos en el moño…
Una carta de corea,
recibio la hija de Dominguez,
y el padre la de mil pesos,
al chino que se la lea…
Fui a darle una serenata,
a Juan el hijo de Dominga,
y se desperto de un modo,
que si no corro me mata…
Afinese bien la lengua,
que no se le vuelva un nudo,
tres peludos bolos pollos,
tres pollos bolos peludos…
La hija soltera de clara,
a diario me mortifica,
el dia que yo me incomode,
le voy a partir la cara…
La hija soltera de Hurbano,
hizo un trato con angulo,
que le diera por el piano,
el carreton con el mulo…
Mi padre era cocinero,
el cocinaba madinga,
y machacaba los dados,
con la cabeza del mortero…
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