Inaugura exposición fotográfica artista cienfueguero

Expo fotografica albuerne

Expo fotografica albuernePor: Antonio E. González Rojas.
24  de abril de 2012.

En la Sala Mateo Torriente, de la filiar cienfueguera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba se pude apreciar la nueva exposición de Miguel Ángel Albuerne, titulada “Fotografías en blanco negro…y rojo”.



Más allá de la seducción confesa que la mixtura cromática entre blanco, negro y rojo ejerce sobre Albuerne (diseñador gráfico de formación), como identidad autoral y amalgama visual de los heterogéneos discursos detentados por las casi cuatro decenas de fotos confluentes en la muestra personal “Fotografías en blanco negro…y rojo”, el destaque de un color en total detrimento de la natural pluritonalidad de la realidad, constituye un sutil pero palmario manifiesto de subjetividad humana.

En su transcurrir por la existencia, el homo sapiens no cesa indistintamente de subrayar, magnificar, minimizar, obviar y ningunear todas las esferas y elementos cognoscitivos circundantes, para articular su propio cosmos significativo, estratificado en roles principales, secundarios e incidentales. Así, el gran fanal de la serie 3 historias y un faro, se erige en interlocutor, voyeur y solitario cíclope, prevaleciendo sobre el paisaje marino que otro creador pudiera remarcar. Las encarnadas sombrillas devienen pretendidas aureolas de quienes buscan la salvación en la fronda o velan el cadáver aún majestuoso, del masacrado central.

La ausencia subordina a su imponente invisibilidad los objetos, seres y espacios de la serie Acompañados por la Soledad. Convierte el contexto en sumatoria de la Nada inútil, de donde migró el soplo vital. En otro extremo perceptivo, el farol y la bita, el espigón y la bicicleta, el salvavidas, el muelle, revocan toda decrepitud estática y aluden inquietantemente al animismo. El color encarnado tórnase irónica alegoría en la serie Seremos…, donde el niño (generación) se erige en acre caricatura de la predeterminación descarnada de sus progenitores (poder enquistado). La impostura y el artificio se delatan en la ridiculez mimética, en la homogeneización multitudinaria, en la carnavalización de lo sacro.

Con la obra fotográfica aglutinada en esta exposición, Albuerne no reivindica para sí la neutralidad del espectador de sucesos ajenos, autónomos, si no que revela las claves de su percepción participante, transformadora. Mas no pretende imponer patrones, al contrario, ofrece sus ojos al espectador, le obsequia su perspectiva, sus verdades, en un acto de sincera comunión, de identificación cómplice.

En la Sala Mateo Torriente, de la filiar cienfueguera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba se pude apreciar la nueva exposición de Miguel Ángel Albuerne, titulada “Fotografías en blanco negro…y rojo”.

Más allá de la seducción confesa que la mixtura cromática entre blanco, negro y rojo ejerce sobre Albuerne (diseñador gráfico de formación), como identidad autoral y amalgama visual de los heterogéneos discursos detentados por las casi cuatro decenas de fotos confluentes en la muestra personal “Fotografías en blanco negro…y rojo”, el destaque de un color en total detrimento de la natural pluritonalidad de la realidad, constituye un sutil pero palmario manifiesto de subjetividad humana.

En su transcurrir por la existencia, el homo sapiens no cesa indistintamente de subrayar, magnificar, minimizar, obviar y ningunear todas las esferas y elementos cognoscitivos circundantes, para articular su propio cosmos significativo, estratificado en roles principales, secundarios e incidentales. Así, el gran fanal de la serie 3 historias y un faro, se erige en interlocutor, voyeur y solitario cíclope, prevaleciendo sobre el paisaje marino que otro creador pudiera remarcar. Las encarnadas sombrillas devienen pretendidas aureolas de quienes buscan la salvación en la fronda o velan el cadáver aún majestuoso, del masacrado central.

La ausencia subordina a su imponente invisibilidad los objetos, seres y espacios de la serie Acompañados por la Soledad. Convierte el contexto en sumatoria de la Nada inútil, de donde migró el soplo vital. En otro extremo perceptivo, el farol y la bita, el espigón y la bicicleta, el salvavidas, el muelle, revocan toda decrepitud estática y aluden inquietantemente al animismo. El color encarnado tórnase irónica alegoría en la serie Seremos…, donde el niño (generación) se erige en acre caricatura de la predeterminación descarnada de sus progenitores (poder enquistado). La impostura y el artificio se delatan en la ridiculez mimética, en la homogeneización multitudinaria, en la carnavalización de lo sacro.

Con la obra fotográfica aglutinada en esta exposición, Albuerne no reivindica para sí la neutralidad del espectador de sucesos ajenos, autónomos, si no que revela las claves de su percepción participante, transformadora. Mas no pretende imponer patrones, al contrario, ofrece sus ojos al espectador, le obsequia su perspectiva, sus verdades, en un acto de sincera comunión, de identificación cómplice.

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