¿Únicamente el amor encuentra espacio en el segundo mes?, ¿acaso no existen en nuestro país otros acontecimientos de trascendencia? Aunque para muchos pase inadvertido, resulta bastante evidente que, si diciembre huele a cine, febrero no puede encubrir sus aires prendidos a la fragancia del libro.
Es tiempo de tenderle alfombra roja a la XVII Feria internacional, mientras aumentan las preocupantes sobre el futuro de la cultura escrita, ¿llegará el momento en que ésta finalmente caiga ante los pies de la era digital? No imagino una feria en la que en lugar de impresos, se exhiban, PC mediante, los iconos con las ofertas de diferentes obras digitales en venta.
Si nos llamamos a capítulo, surgirá una interrogante: ¿será justo el destino que el hombre proporciona a la fuente de conocimientos más añeja de la historia? Muchos sustentan sus criterios en el hecho de utilizar otras opciones como la Informática, y he aquí la disyuntiva ¿libro o computadora? Sin duda alguna la última llegó para quedarse y además, ha ganado poco a poco un espacio predominante en la sociedad.
Ahora se manejan nuevos conceptos en el argot literario, como los textos digitales y las bibliotecas virtuales, lo cual amplía a nivel mundial la gama de autores y lectores, sin examinar lo que sucede con los países subdesarrollados, como Cuba, donde la Internet se mueve dentro de una senda limitada. Es preciso argumentar, que aun cuando con estas opciones, el acceso a la literatura sea relativamente más fácil, no genera la motivación necesaria para infiltrarse en ese mundo.
Aunque el libro también navegue en toda la vorágine respaldada por los adelantos tecnológicos, la condición que lo identifica dentro del diccionario de la lengua española como “volumen formado por cierto número de hojas de papel cosidas y encuadernadas”, no se esfumará, en tanto su presencia clasifica como exponente indispensable en la formación integral de cada individuo.
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