Desde el inicio del milenio, el patrimonio cultural ha sido objeto de ataques cada vez más frecuentes durante conflictos armados y agitaciones políticas. Ha sido saqueado o destruido deliberadamente por una de las partes involucradas en el conflicto, con el fin de financiar la guerra o afectar la identidad y la confianza del adversario. Museos y monumentos se han visto afectados en diversos países de todo el mundo.
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