“Me gusta ir al muelle/ -para contemplar el silencio del mar/ meditar sobre los acantilados y sus adversidades/y sobre esa peculiar manera que tienen/ los alcatraces de saciar su hambre:/ laboriosos hasta el hartazgo, parecen misiles tras los peces/interrumpiendo abruptamente el ilimitado silencio/. Algo semejante sucede en mi interior-/cuando cada tarde se acerca esa muchacha-./Ella no lo sabe, ignora que siempre la espero/para ver cómo libera de su espalda la libélula”.
El anterior es solo un fragmento de Muelle Real, bello poema que el poeta, narrador y ensayista (de origen tunero, pero devenido cienfueguero) Ian Rodríguez Pérez incorpora en su libro Tatoos.
El nuevo volumen, surgido a partir de su deambular por la Perla del Sur, “es una suerte de saga de mi anterior poemario Nocturnidades”, cuenta el autor a Granma.
Más adelante explica que concluyó varios exponentes del mismo género, vertebrados tres de ellos en similar derrotero conceptual: “Oberturas de la luz y otras sombras, Baladas para conjurar al desafecto y Ruido en el sistema son nuevos libros relacionados con vertientes de la musicalidad en la poesía; de ahí los títulos”.
Súmase un volumen de poesía erótica titulado Oscura melodía de los cuerpos. El miembro de la UNEAC publicó con anterioridad los cuadernos de poesía Velas en torno al corazón demente, 1997; Agudos del silencio, 2000; Cambiar las formas del sueño, 2003; Nocturnidades, 2007; Esta costumbre de soñar lo mismo, 2009; y País de estatuas, 2011.
Pero su permanente estado de creación literaria no se detiene solo en esta parcela. El también director del Centro Provincial del Libro, de Cienfuegos afirma que “Perrotomía, noveleta juvenil igualmente inédita, narra la curiosa historia de un niño huérfano, quien decide pasar una vida de perro, adopta esa actitud y crea un clan de canes… , entonces los perros-perros quieren diferenciarse de los perros-humanos, y aborda toda esa dicotomía”.
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