“El erotismo es la metáfora de la sexualidad.”
Octavio Paz
En las últimas décadas han aparecido en el ámbito editorial cubano varios textos que examinan una temática tan polémica y compleja como el análisis del erotismo en el cine contemporáneo, como Más allá de la linterna, del crítico Frank Padrón Nodarse, sobre el tratamiento de lo homoerótico en el cine contemporáneo, Lagrimas en la lluvia, del desaparecido Rufo Caballero, El signo y la Letra, del destacado ensayista Rafael Acosta de Arriba, acercamientos modestos pero certeros.
Sin embargo, la ausencia dentro de nuestro panorama editorial de un texto dedicado íntegramente a examinar las múltiples expresiones del sexo en el cine, desde su arista más explicita hasta su dimensión más intimista constituía una asignatura pendiente.
Para saldar esa histórica deuda comparto con el lector cienfueguero la reseña que escribiera sobre el texto Sexo de cine: visitaciones y goces de un peregrino, del narrador y ensayista Alberto Garrandés, presentado en la pasada Feria Internacional del libro en Sancti Spiritus.
Este versátil autor, que ha cultivado tanto el ensayo como la narrativa y tiene en su haber las novelas Las potestades incorpóreas (2007), Días invisibles (2009), y Las nubes en el agua (2011), incursiona en esta ocasión en el riesgoso y complicado oficio de la literatura sobre cine desde una postura novedosa que escapa a los géneros tradicionales.
Siendo un autor más conocido por su narrativa, tiene el mérito de contribuir al corpus literario sobre cine en un país con una tradición envidiable en esas letras, desde Ramón Becalli, Guillermo Cabrera Infante, Mario Rodríguez Alemán, Rufo Caballero, entre otras que han mirado el mismo fenómeno desde diferentes perspectivas.
Desde esta óptica resulta meritoria la originalidad de esta obra, impregnada de un humanismo vital en el análisis de un tema esencial para la condición humana: la sexualidad, abiertamente abordada en la cinematografía mundial.
Por tanto, Sexo de cine no es un libro que responde a los cánones de la crítica cinematográfica clásica, asfixiante en ocasiones, dada la saturación de referentes que sin desestimar su valor a veces nos agobian y despersonalizan estos textos.
Tampoco responde al subjetivismo y el método analítico que caracteriza el ensayo, expresión del pensamiento y la reflexión aguda, pero de alguna manera se apropia de ambos, con una dosis de narrativa que invita a revisitar iconos del cine erótico, desde clásicos como Calígula, de Tinto Bras, Decamerón, Saló a los 120 días de Sodoma, del irreverente y escandalizador Pier Paolo Pasolini, hasta títulos más recientes como Ojos bien cerrados, de Stanley Kubrick, Anticristo, de Lars von Trier, Muerte en Venecia, de Thomas Mann, Shortbus, de John Cameron Mitchel, entre otros, desde una visión personal que no impone criterios, sino que nos motiva a ver estos fílmes desde una mirada desprejuiciada e incompatible con moralismos anquilosados.
Según el propio autor: Sexo de cine es un libro muy extraño porque no podría caber dentro de ese ensayismo, a ratos veladamente académicos, que nos proporciona la lucidez y la belleza del mejor pensamiento.
El lector que se adentre en estas páginas fílmicas no sólo encontrará un valioso texto de referentencias, sino una acertada y necesaria sistematización en el estudio de las diferentes formas de representación de la sexualidad en el celuloide, donde su vocación narrativa y condición de novelista enriquecen su mirada.
En ese sentido Sexo de cine transita por senderos insuficientemente explorados, desde una posición tan desacralizadora en el uso del lenguaje que a veces escandaliza, resultando provocadora e irreverente, pero sin lugar a dudas inteligente, atractiva, apasionada como suelen ser las páginas de sus anteriores libros.
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