Por: Julio Martínez Molina
8 de noviembre del 2010
Camilo Villalvilla, creador de renombre dentro de la aún joven hornada de artistas plásticos del territorio y diseñador del periódico CINCO de Septiembre, de Cienfuegos, regresó de los Estados Unidos, donde fuera invitado al opening o inauguración de la expo Lenguaje privado, conformada en co autoría con Luis Alberto Pérez Copperi.
“El hecho -refiere Villalvilla- tuvo efecto en la Foster Gallery, recinto expositivo de la Nobles and Greenough School, suerte de plantel integrador de las enseñanzas secundaria y preuniversitaria, entre los más prestigiosos y caros del país”.
De las treinta piezas del montaje, quince llevaban la firma de Copperi y la otra mitad, la del servidor, añade.
En el centro educacional al que está vinculada la Foster Gallery -enclavados en la ciudad de Boston-, Camilo participó en conversatorios con el alumnado y el claustro en torno a las características ideoestéticas de los cuadros.
De igual modo, tuvo la oportunidad de compartirles detalles de la realidad cubana obliterados por la prensa nacional.
Le resultó interesante al artista, el virtual desconocimiento del escenario cubano existente entre los receptores. Pero, por caso contrario, le pareció también singular cómo en mucho se diferencia el patrón del intelectual anglosajón bosquejado por la mítica hollywoodina del por sí conocido: mucho más cívico, bastante menos ombliguista y prepotente de lo pensado.
El Dedham Transcript reseñó para los bostonianos, con palabras elogiosas, las impresiones críticas en torno al hecho artístico acaecido en el espacio expositivo del estado de Massachussets.
Los materiales, principalmente dibujos sobre papel y algunas telas, concitaron además el interés de estudiantes y especialistas, precisa el creador, quien antes había exhibido Lenguaje privado -en aquella ocasión lo hizo Copperi de forma personal- en el Center for Cuban Studies, de Nueva York.
A la Gran Manzana también viajó Camilo durante su periplo norteño de un mes. “No por gusto, Julito, es el sueño de tus queridos Woody Allen y Martin Scorsese. La ciudad enamora, imanta, contagia. Muy aportador apreciar las obras maestras de las artes plásticas de sus museos, aunque fuera casi a la carrera. Pero enfrentar la mirada de Van Gogh en algunos autorretratos, bien vale la pena”.
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