Uno le mira fijamente a los ojos, pero permanecen quietos y otro le clava la vista en el pecho, esperando un movimiento que delate su respiración. Pero ambos se cansan tras unos minutos. Saben que no puede ser real porque ayer esa figura no estaba allí.
Pero a la ciudad le nacen estatuas en las tardes, y lo mismo se puede ver a una joven que vende plantas medicinales, que a un vaquero, un fotógrafo, una colona francesa o el mismísimo Don Luis de Clouet, fundador de la otrora Fernandina de Jagua. Todos inmóviles, como detenidos en el tiempo.
Se encuentran en el Boulevard, representados por jóvenes actores de El Carro de Thespis, agrupación teatral de Cienfuegos que cumplió una década el pasado 4 de octubre.
“Esta iniciativa surgió bajo el amparo de la Oficina del Conservador de la Ciudad”, acota Liván Rodríguez, director del grupo. “Nos aportó mucho el intercambio con investigadores y especialistas relacionados con los temas del patrimonio. Sin embargo, trabajar básicamente con la historia local no nos ha limitado a recrear personajes del imaginario popular, de la literatura, de todo lo que enriquece y define nuestra identidad.
“Desde los inicios el público nos aceptó muy bien. Las alegrías en una jornada son muchas por las improvisaciones de los niños y hasta de los adultos. Nos regalan una flor, desean tirarse fotos, luego las sacan y hasta nos las regalan. Las experiencias son muy positivas”, comenta Elizabeth Álvarez, actriz que interpreta a la colona francesa.
Aunque en sus principios tenían limitaciones con los materiales para la pintura del cuerpo y el vestuario, poco a poco han ido perfeccionando este difícil arte del teatro de calle.
“Cada uno de nosotros ha desarrollado su propia técnica para la inmovilidad. Yo me concentro mucho y hago ejercicios físicos al final de cada sesión de trabajo”, agregó Héctor Luis Pérez, quien interpreta a un vaquero.
En tanto, Lesli Vega –la vendedora de plantas medicinales– detalla que el maquillaje empleado tiene vitaminas y no les lastima la piel.
Integrado en su mayoría por jóvenes instructores de arte, miembros además de la Asociación Hermanos Saíz, El Carro de Thespis ostenta la distinción 25 aniversario de esta organización y el premio Escaramujo de la Brigada “José Martí”, un reconocimiento a su labor que ya sobresale en Cuba.
“Participamos hace algunos meses Festival de Teatro Callejero de Matanzas. Allí coincidimos con todos los proyectos de esculturas vivientes del país y fue muy conveniente identificar el sello distintivo de cada una de las piezas. Gigantería Habana, por ejemplo, interpreta personajes característicos del lugar; Morón Teatro emplea de un modo excepcional el maquillaje con barro; y nosotros trabajamos con el metal estrujado y un tratamiento particular a los tonos dorados y plateados”, explica Lisvany García, diseñador del elenco.
Como parte de las celebraciones del Día de la Cultura Nacional el 20 de octubre, les ocupó una nueva puesta a la que nombraron “Galerías Onelio“.
Yusi Padrón, especialista de la OCC, señaló que por el centenario de Onelio Jorge Cardoso incorporaron tres nuevas estatuas vivientes: Juan Candela, Francisca y la muerte, y el Caballo de Coral, personajes imprescindibles de la obra del cuentero mayor, que necesitan exponerse en una ambiente que aluda a su poética y narrativa.
“En el caso de Francisca y la muerte, Yanelkis Fuentes asume ambos personajes al mismo tiempo, un vestuario con aditamentos que complejizan su movilidad y gestualidad. Sin dudas, es esta una de las esculturas vivientes mejor perfilada y visualmente muy interesante. El público seguramente la respetará y admirará desde su primera salida”.
Y mientras llegan los míticos protagonistas de cuentos, otros atractivos personajes recorren la ciudad en las tardes. La gente amablemente les deja algunas monedas y entonces se mueven, saludan, cambian de posición. Tales recaudaciones financian luego todas las obras de estos jóvenes artistas.
Entonces, uno piensa que ve doble, y otro ve a la estatua moverse y cree que el Benny se ha cansado de saludar a los transeúntes por el Prado cienfueguero y se ha ido al Boulevard. Pero no ha despertado la imagen de bronce de Villa Soberón. Una similar camina junto a otras estatuas que palpitan y cobran vida, y enriquecen el paisaje de esta linda ciudad.
(*) En co autoría con Marleydi Muñoz Fleites, periodista del Telecentro Perlavisión.
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