Estado de sitio: Eterna irreverencia de artífice y discípulos

Expo estado de sitio

 Expo estado de sitio

Por: Antonio E. González Rojas.
11 de octubre  2011.

Cuando se aprecia y se piensa la obra de Juan Karlos Echeverría, los sentidos se ven, sino agredidos, sí embestidos por la ingente visceralidad que trasuntan sus piezas, cuyos pequeños formatos no impiden para nada al artista de marras, convertir cada propuesta en intenso foco de tensión emocional y semiótica, a contrapelo de los tiempos que corren, donde el gigantismo intenta ser sinónimo de calidad; no se puede ser gigante cuando gigante es la norma.


Más que un discurso o una poética, JK espeta, con cada trabajo, con cada muestra, un manifiesto de irrevocable y casi obsesiva irreverencia, negado a convertirse en creador complaciente o extrañado. Empeñado en participar en las dinámicas sociohistóricas de la nación en que le toca vivir y pensar, JK somete la realidad, el contexto en que existe y subsiste, a perenne sitio, lanzando sonoros trompetazos contra los innúmeros muros de Jericó, que no dejan de alzarse ante el librepensamiento. Precisamente, Estado de Sitio se titula la más reciente exposición inaugurada el pasado 8 de octubre, que el creador comparte, en el breve espacio del Centro Provincial de Patrimonio, con los jóvenes artistas Omar Valdés y Luis Miguel Rivero, ambos consecuentemente concomitantes con las visiones y actitudes del veterano.

Con piezas como Anclado, Las razones del profeta, En pie de guerra, Ayer es Navidad, apunta una vez más con las incómodas lanzas de su preceptiva, hacia las almenas de sacras iconografías, como la kordiana efigie del Che Guevara, los colores del M-26-7 y la bandera de Teurbe Tolón, en renuente empeño por validar, contra intolerancia y marea, su aprehensión íntima de epicentros radicales de la contemporaneidad cubana. En un segundo nivel semiótico-discursivo, a la par que deconstruye mitos y mitificaciones, redundantes a la larga en enquistamientos formales de esencias filosóficas, Línea Roja, Ahora, Cronista político, Transporte obrero, En pie de guerra, Opción múltiple, Otra vez el asunto del viaje, Ahora, coliman las diversas gradaciones de la aprehensión, conveniente o consecuente, de los estamentos derivados de, o justificados con, tales simbologías.

Hacia una tercera y más íntima derivación de su propuesta, JK deriva hacia la defensa de la individualidad, develando el grueso coselete de soledad y el yelmo de desarraigo con que defiende sus singularidades, protecciones que a la vez devienen principales tormentos a sufrir por la lucidez: Consecuencia voluntaria, Múltiplo de ayer, Deseos, Autorretrato impersonal; Mi niño, Martí, los versos.

En su propósito de incordiar monolitos, JK es acompañado por las casi epigonales piezas de Omar Valdés, quien acusa consolidar una futura poética, cimentada en el comprometido redimensionamiento desacralizador de íconos hieráticos, a medio camino entre el propio Echevarría, Camilo Villalvilla y su contemporáneo Leonardo Luis Roque.

El rústico ready-made Autoestima Nacional y el más lóbrego lienzo Mediaciones, de Luis Miguel Rivero, sin desavenir con el tono general de la exposición, delatan una lectura más autónoma y radicalmente pesimista del contexto, signo generacional de quien sólo ha bebido aguas distópicas, a diferencia de JK, proveniente de épocas cuyos sextantes aún colimaban el parisino ´68 y la boina de la estrella. La un tanto abigarrada exposición Estado de sitio (asunto del montaje que pudiera enrarecer el diálogo entre los públicos y las obras), emana así intensos propósitos, reivindicatorios del inalienable derecho de articular un arte participativo, provocativo, polemista, cronista a la larga del Estado de Ser en agreste momento histórico.

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