La compositora, pianista y profesora Ernestina Lecuona Casado pertenece a la estirpe de relevantes personalidades de la música cubana. Cuatro años mayor que su hermano Ernesto, había nacido en la ciudad de Matanzas en 1882.
Ernestina es la abuela paterna de Leo Brouwer, uno de los más destacados cultores musicales del siglo XX en Cuba y de lo que va del actual.
La formidable grandeza del hermano de Ernestina – y de su propio nieto –, han dado lugar a que no sea reconocida como merece; hoy me propongo hacerlo, al cumplirse setenta y dos años de su muerte.
Siendo pequeña, su familia se trasladó a Guanabacoa, esa cuna de músicos eminentes donde en 1886 nació su hermano Ernesto Sixto de la Asunción, quien tanto representa para la identidad musical de nuestro país. En el calor hogareño, fue Ernestina quien introdujo a su hermano en el piano.
Empezó a estudiar piano en la Academia del Centro Asturiano de capital, y después en el Conservatorio Musical de la misma ciudad. Posteriormente fue a París, donde perfeccionó los conocimientos adquiridos.
Regresó a Cuba y desarrolló un relevante quehacer como pianista; las crónicas mencionan su presentación del 3 de agosto de 1935 en el Teatro Auditórium de La Habana donde interpretó al piano La Comparsa, creación de su hermano Ernesto. Aquello resultó insólito: Ernestina fue secundada por ocho pianos, doce pianistas y una orquesta, en una ejecución colosal.
Más allá de su virtuosismo ante el teclado blanquinegro, hay que resaltar su labor de compositora. Se afirma que su primera obra se titula Luisa, del género Habanera, con la que se dio a conocer.
La virtud autora de Ernestina es doble; ella misma escribió las letras de muchas de sus canciones, aunque también musicalizó textos de otros autores, entre ellos el poeta Gustavo Sánchez Galarraga. Fue tal su talento, que a pesar de haberse nutrido con letras de otros poetas y combinarlas con las propias, fue capaz de lograr una línea temática única y original.
En estos días que la telenovela El derecho de soñar acapara nuestra atención, existe una anécdota de que cuando Félix B. Caignet compuso Te odio, Ernestina se inspiró y escribió la también Criolla ¿Me odias?, como respuesta a la de Caignet.
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