El Premio Lorna Burdsall, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), fue entregado a cuatro destacadas figuras de la danza clásica, contemporánea y folclórica, que prestigian por décadas la cultura nacional.
El lauro, que se confiere por cuarta ocasión, lo merecieron esta vez Dulce María Vale, por la danza contemporánea, Maria Elena Llorente, por el ballet, y Manolo Micler y Johannes García, por el folclor.
La bailarina Isabel Blanco subrayó que, cuando se celebra el Día Mundial de la Danza, estos artistas elevan a la cultura cubana con sus respectivas trayectorias y entrega porque además de un depurado arte se distinguen por excepcionales valores humanos y ser paradigmas como ciudadanos.
Blanco hizo referencia al mensaje universal que cada año se emite con motivo de la efeméride y citó las palabras del artista Lin Hwai Min, de Taiwán, quien califica a la danza como una celebración espontánea de vida desde que el hombre tuvo uso de razón.
Hermoso espectáculo resultó el de esta tarde en la UNEAC porque sintetizó, con elegancia y acierto, el mestizaje de la cultura cubana a partir de una Habanera, como símbolo de las influencias espirituales de ida y vuelta entre el archipiélago caribeño y la península ibérica.
Jóvenes integrantes de Bebé Compañía, el Ballet Español de Cuba, Danzares, JJ y Cucalambé, entre otras, tomaron las áreas del atrio, patios interiores y jardines para ofrecer ese mosaico danzario que caracteriza las raíces identitarias de los cubanos.
Especial connotación tuvo la presentación de Gabriela, nieta de Lorna Burdsall -pionera de la danza contemporánea en la Isla-, que formada en la agrupación Así somos, creada por su abuela, mostró esencias del arte de quien dejó una honda huella en generaciones de bailarines y en la sensibilidad del gran público.
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