Elogio de la lectura

lecturas-verano-cienfuegos

lecturas-verano-cienfuegosPor Virgilio López Lemus
23 de febrerode 2011

De haber vivido tras la revolución de Gutemberg, San Francisco de Asís quizás habría exclamado: “¡Hermano libro!” Este paralelepípedo tridimensional encierra páginas, y ellas dan hospedaje a las palabras, que forman frases, oraciones, párrafos. Por un libro volé en mágica alfombra sobre una Bagdad dorada y en paz; entré a una cueva donde estaban todos los tesoros, luego de apartar una roca mediante un ensalmo; froté la lámpara maravillosa y me brotó el genio de la Poesía.

Por otro, supe del final feliz de Hansel y Grethel y aprecié que hay que sacar del corazón el pedacito de vidrio del espejo roto de la Reina de las Nieves, que es la fuente de de todos los males: odio,  envidia, crímenes, latrocinios, ambición desmedida. Los libros ayudan a limar las asperezas del alma  y del mundo.

Leer es disfrutar de la lectura desde diferentes ángulos: 1) La simple impresión del que lee «de  corrido», con poca preocupación por cómo se dice lo que allí está escrito, en busca solamente de lo que se dice. Buena parte de la novela rosa, policial, de aventuras, biográfica, testimonial, suele leerse así, sin mayores énfasis en los contenidos artísticos, con gran disfrute sobre las peripecias del  acontecer narrado. 2) La lectura de estudio es aquella en la cual el lector se detiene en los  contenidos aprehensibles, se realiza con fines docentes, y se disfruta mucho el acto de aprender, si  se sabe cómo estudiar por placer más que por obligación programada. 3) Una lectura estética es más profunda, porque el lector o la lectora se deleita con los contenidos, aprende con ellos y se divierte  con la manera en que se ofrecen las formas expresivas, el léxico, la organización de las frases, los  juegos de palabras, los recursos tropológicos y estilísticos…

Hay otros modos de leer, por supuesto, pero estos ofrecen el resumen de las tres aprehensiones básicas del ser humano: la práctica, la científica y la estética. A mí me gusta mucho hacer lecturas comparativas. Disfruto cuando relaciono un libro con otro, cuando hallo fuentes de ideas, cuando admiro la diversidad del pensamiento humano desplazándose en el tiempo, de libro en libro.

Leer me permite por unos instantes ser liliputiense o gigante, cazar una ballena blanca o, mejor, ayudarla a vivir en su medio, aprender del lobo estepario como lo hizo Hesse, o saber que la selva tropical «quiquiquea», como lo aprendió y expresó José Martí en uno de sus más hermosos libros: el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos. Puede que leer tenga normas, pero cada cual las adapta secretamente a su personalidad. Leer es uno de esos goces íntimos de los que no podemos, no debemos, no deberíamos prescindir.

¡Hurra por la lectura! La lectura sobre un libro, una revista o una computadora, debe ser considerada como una de las pasiones humanas. Qué triste sería la vida sin ningún tipo de lectura, por eso es hermoso darle la luz de la palabra impresa a quien no sabe leer. Leer es otra manera peculiar y enriquecedora de vivir. Si bien no podemos vivir para leer, al menos sí nos es grato leer para vivir mejor. Todo libro es un cofre de tesoros por conquistar, toda lectura es asimismo una aventura. Las ferias deberían llamarse no solo Feria del Libro, sino Feria de la Lectura, llena de la fiesta humana del deseo de saber más. Cada día podemos realizar la fiesta de la lectura, y no es bueno desaprovechar esa ocasión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Categories