La identidad cultural y el arraigo se fundamentan con las vivencias que se van acumulando mediadas por experiencias, anécdotas, hábitos, costumbre, modos éticos de actuar y de pensar. De esa manera se van formando las historias de vida de personas, pueblos y naciones. Vale resaltar un árbol milenario que evoca la fundación de una villa o dónde el bisabuelo le regaló la primera flor a la linda damita, en una noche de serenata. Tal vez, aquel malecón con sus luces de camaroneros a lo lejos, que fue refugio de un bardo. Recuerdos de la iglesia, los parques, las amistades, las escuelas, las comidas, la forma de vestir, la banda sonora de su tiempo y el lenguaje, todo eso pasa a formar parte de la identidad.
Sucede que aquella historia de la flor, que bien pudiera traducirse en la letra de lo que después tal vez se convirtió en canción, no existiría en el imaginario social, de no haber sido trasmitida por tradición oral, primeramente y luego escrita, en algunos casos. Si no se hubiese contado lo sucedido y se llegase a transcribir, en el presente no lo conociéramos, se habría perdido la anécdota o estuviéramos haciendo conjeturas desde el hoy sobre lo que pudo haber pasado. El relato y posteriormente la escritura, han dejado huellas indelebles para la historia. Posteriormente la fotografía, el registro de voz y de la imagen, nos hace viajar a un tiempo en el que no vivimos y del que no tendríamos comprensión alguna, a no ser por esos testimonios.
A pesar del esfuerzo de realizadores audiovisuales, hombres y mujeres de la radio y de la prensa, estudiosos, musicólogos, entre otros, queda mucho aún por rescatar dentro de la historia musical en Cienfuegos. No solo es valioso reseñar las biografías de sus creadores, sino sus filosofías de vida y modos de interpretación. Existe una riqueza inmensa en las anécdotas que nos cuentan nuestros protagonistas musicales. También es imprescindible presenciar su desarrollo y vivenciar las etapas de creación. Sus interpretaciones, melodías y letras han acompañado la vida de varias generaciones.
La experiencia demuestra la importancia trascendental de escuchar a los creadores narrar sus propias historias. Nada se compara con la riqueza de la emoción a través de sus palabras. Ir a buscar el testimonio y escucharlo, nos devuelve aquellas tardes con los abuelos, en las que dibujaban un mundo que descubrimos y de las melodías que les acompañaron. Sin importar la edad del entrevistado, cada anécdota cobra vida en sus voces y es otro aprendizaje seguro dentro del nuevo universo que se encuentra. Resulta invaluable tener la posibilidad de rememorar un hecho a través de la persona que lo creó, lo interpretó o estuvo en ese lugar, en ese momento preciso y abre para ti su vida, develando imágenes y sensaciones que tienes el privilegio de escuchar. Es una responsabilidad inmensa respetar ese testimonio que, de primera mano, nos es contado por sus protagonistas y al transcribirlo, tendrá la posibilidad de encontrar a un lector, a quien nuestro entrevistado le estará narrando ese, o esos, momentos significativos.
Somos responsables de salvaguardar el presente, para que en el futuro se conozca qué se hace, cómo y por quiénes. Es preciso dejar vestigios al estudioso, en las propias voces de los creadores. No es suficiente basarse en las producciones discográficas, cuando sabemos que no todos pueden contar con una. Si bien, en algunos casos, se encuentra valiosa información documentada, no son menos importantes las enseñanzas que nuestros artistas tienen para compartir. Confío en todo lo que desde nuestro tiempo se puede hacer. En un futuro, este presente nuestro no será contado igual, pasará por otros conceptos y filtros. El dato que, desde el hoy, el entrevistado ofrece, será un testimonio verificable en el presente y fidedigno para un mañana.
Hay muchas reseñas, acontecimientos e historias de vida que se han ido diluyendo en el tiempo; un sinnúmero de músicos y compositores que ya no están y nos será difícil recuperar, desde el testimonio, su concepción artística en el plano de la creación. En nuestros días solo podemos llegar a conclusiones, pero la fidelidad que está en la palabra viva, en la historia escrita desde un mismo tiempo histórico, tiene un valor incalculable. Actualmente agradecemos a aquellos que nos han abierto las puertas al escribir y registrar su tiempo. Hoy me preocupa que, mirando el pasado, dejemos a un lado esta época que vivimos y a sus actuales cultores musicales. Toca contar el presente, registrarlo, escuchar esas voces que vivencian de primera mano la vida cultural y desde ellos comprender las historias que forman parte de nuestra música y sus protagonistas.
Autora: