Durante varios años, domingo tras domingo, varias generaciones de cubanos aprendieron a ver el cine de otra manera gracias a un programa y su conductor: 24 por segundo y Enrique Colina.
Colina —director, crítico, promotor y profesor— acaba de morir en La Habana. Deja una obra significativa, particularmente en la realización de documentales; y deja también promociones completas de alumnos suyos, algunos de los cuales han hecho importante carrera en el cine.
La simpatía y el don de gentes de Enrique Colina le ganaron muchos admiradores. Sabía decir y sabía qué decir. Su mítico programa dotó a muchos de herramientas esenciales para entender las dinámicas y las implicaciones del séptimo arte.
Sin grandilocuencias, sin alardes, con la diafanidad de los buenos maestros, Colina analizó escenas de filmes, se acercó a la poética de grandes realizadores, dio claves para vislumbrar metáforas.
Y él mismo filmó documentales deliciosos e incisivos, que se acercaron a fenómenos sociales y culturales de su tiempo. Colina, humor mediante, fue un gran cronista de su tiempo. Tenía la capacidad de hacer el cuento… y dejar pensando.
(Tomado de Cubasí)
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