Hace unos años que no veo llegar el bicitaxi con su cliente sabatino. Los años le han pasado por arriba y mucho más desde que murió su esposa, amiga, amante, la pequeña Dalia. Se fue apagando con sus casi 93 años arriba y Raúl Eguren, de él hablo, perdió su brillo, su mente, hasta que en la madrugada del 20 de abril último dijo adiós al planeta tierra.
Lo había visto actuar, ¡cómo no! Fue el padre del Tavo en la propuesta Su propia guerra, o un bandido en El hombre de Maisinicú, papeles que recuerdo como si los estuviera viendo ahora mismo.
No fui su amiga, fui su vecina en Infanta y Manglar. Disfruté de sus chistes, su sapiencia, sus cuadros que pintaba más por placer para él mismo que para exhibir, pero sobre todo lo admiré como maestro. De ahí que mereciera el Premio Nacional de Enseñanza Artística.
Son pocos los integrantes de toda una generación que no recuerdan a Raúl como el maestro que les enseñó de la actuación, primero en la Escuela Nacional de Artes. Luego en el Museo Napoleónico, cuando tomaba un bicitaxi para llegar al patio del edificio donde ambos vivíamos.
Jorge y Omar Alí, Jorge Martínez, Isabel Santos, Beatriz Valdés , Luis Alberto García y Alberto Pujols, se cuentan entre los alumnos que siempre han reconocido la deuda que tendrían con aquel pinareño afable que era todo reciedumbre a la hora de impartir sus conocimientos.
Con Raúl fui testigo de la crueldad de la existencia. Al envejecer se fue quedando solo, con una excepción: la amiga y compañera Nilda Collado, que estuvo a su lado siempre, buscándole un médico o conversando de los tiempos cuando compartieron escena, ella novel y él ya consagrado. Las visitas de los amigos y amigas de décadas anteriores disminuyeron, quizás hacían una llamada telefónica.
El director Rudy Mora en su serie Diana, cuando ya estaba casi senil, lo homenajeó con un personaje simbólico en el que representaba el tronco añejo de una familia unida y bien llevada. Ese fue su último papel como actor.
Pero ¿se ha ido Raúl?. No, cada vez que se transmita Su propia guerra , o se vuelvan a proyectar filmes como Gallego (1987), Cartas del parque (1989), Derecho de asilo (1993), Guantanamera (1994), Nada (2001) y Páginas del diario de Mauricio (2006), él estará impartiendo una clase de actuación.
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