Para Descemer Bueno estar en su país significa una gran oportunidad de demostrar todo lo que ha aprendido y conectar con el público. “Es un sueño hecho realidad”, comentó el artista a Cubahora.
Durante la media hora que nos brindó, habló de sus años iniciales, de su forma de componer y de su disco Bueno, un fonograma con el que conquistó dos premios y el galardón de compositor del año, en el recién finalizado Festival Cubadisco 2013.
¿Qué significa ser el compositor del año?
Es la primera vez que obtengo un premio de esta altura. Yo he ganado cuatro premios ASCAP, obtenidos por tener una canción en el top ten de la revista Billboard, pero el hecho de estar en mi país y que Cubadisco, que juzga el trabajo de las casas discográficas y la calidad de los discos y los autores, me otorgue el premio como compositor del año sin dudas es muy importante para mis próximos años de carrera artística. Esto me ayuda a seguir trabajando, a seguir impulsando la música cubana a toda hora.
Yo en Cubadisco estaba como el espectador más naive de todo el teatro, desayunándome todo lo que estaba sucediendo en la música en Cuba. Algo me llamó mucho la atención: los discos de Gema Corredera, Niuver, quienes viven fuera de nuestro país, pero que son fieles defensores de la cultura cubana. Eso expresa la evolución de nuestra cultura.
¿De dónde vienen las canciones del disco Bueno?
Llegan de distintos lugares, porque el disco Bueno venía gestándose hacía mucho tiempo. Cuando en el 2005 terminé con Universal Music Latin, hice muchos intentos de discos, porque quedaban muchas canciones en el aire que no sabía qué hacer con ellas, pues no se las puedes dar a otros, ya que son demasiado personales. Cuba da la oportunidad de difundir tu música por distintos medios, como la radio o TV. Aquí los artistas tienen muchas posibilidades, pero se tiene que enfrentar a un público muy duro. Me ha pasado que con cosas que me encantan, ellos las desechan, sin embargo, ya entiendo: no porque me guste, el pueblo va a aceptarlo. Eso pasa con mi carrera. He transitado por distintos momentos y por primera vez he conectado con la masa. Incluso veo que hay alegría porque existan mis canciones y eso me halaga.
¿Qué te motiva a escribir?
Me inspira la espiritualidad que puede surgir en un momento entre dos compositores. Yo nunca he escogido temáticas para hacer mis canciones, aunque puede que lo haga en el futuro, pero creo que temas como el amor y las relaciones humanas son los que más me interesa expresar a través de mis canciones.
Creo que la música está muy subvalorada en el mundo entero. No se le da el espacio necesario. Para mí la música es lo primero, es comunicación y merece una defensa. Por esa razón he tenido que luchar contra las puertas cerradas por ser músico y cubano.
¿Referentes musicales?
Todos los haitianos, coreanos, música clásica, africanos. Yo creo que soy un producto convincente de la música cubana y su mixtura.
¿Qué te lleva a empezar a componer?
Las primeras cosas que escribí las he perdido y es lo que más me duele. Yo estudié guitarra clásica y fui de los primeros que se graduó con una obra escrita. Me encantó graduarme con una pieza mía y solo la recuerdo, pero nunca la escribí. Yo tuve el deseo de componer antes de llegar al Instituto Superior de Arte, aunque nunca fui.
¿Por qué terminaste?
Ya había estudiado mucho, necesitaba salir, exponerme al mundo de la música, probarme. Además, sabía que no iba a ser un guitarrista clásico. Yo componía mucha música instrumental antes de graduarme de la Amadeo Roldán, pues teníamos un grupo Estado de Ánimo, que luego acompañó a Santiago Feliú.
Creo que la composición la traigo de los pasillos de la escuela, donde todos querían ser grandes jazzistas y con esa formación ya estaba contento. Ahora puedo decir que compartí con Steve Coleman o que impartí clases en la Universidad de Stanford con los grandes del jazz.
Siempre recuerdo cómo en Stanford me decían “Rock Star”, porque los demás del grupo eran jazzistas y yo era un “rock star”. Aquello me ponía de mal humor y no era mi intención, para nada, cantar y mira ahora mi vida. Nunca pensé que tendría la oportunidad de contactar con el público y le agradezco a los santos por eso, pues esas cosas son tan efímeras.
Cuéntanos de tu experiencia en Yerba Buena
Con ellos aprendí mucho. Llegué en el 2000, con la idea de hacer unas canciones para Xiomara Laugart, con una visa por tres meses y estuve dos años. Pasaron cosas impresionantes en mi vida, conocí una ciudad como Nueva York, para mí es una ciudad de gente que va por una semana y se queda toda la vida. Tú nunca sabes qué te puede pasar o a quién vas a conocer. Ahí conocí a Norah Jones y Kanye West y un día me asomé por la ventana y vi las Torres cayendo.
Y por eso mi música se nutrió de esta mezcla de nacionalidades y de experiencias. La divina providencia me llevó hasta allí, para que naciera Yerba Buena, donde pude interactuar de una manera muy humana con una forma muy bárbara de consumir.
El grupo fue una oportunidad de investigar en otras músicas africanas, en la cumbia, en la música norteña. En ocasiones algunos artistas me criticaron por mezclar la música cubana, pero esa era mi intención: aprender.
Me fui de Yerba Buena después de un trabajo muy bonito y serio. Fundé mi primer grupo 7 Rayos con el que saqué el único disco antes de Bueno. Salió en 2005 y le cayó encima toda la fuerza de la música urbana del momento, el reguetón. En este fonograma lo mismo hay una balada que una salsa, fue más un experimento.
Por eso hice tantas cosas hasta lograr este disco, Bueno, que es el resultado de saber cuál va a ser mi carrera.
¿Cómo es el trabajo de colaboración con músicos cubanos y extranjeros?
Llevo muchos años haciendo colaboraciones en el jazz y es una suerte poder llegar a otro país y ser capaz de comunicarte con otros músicos. Eso sucede cuando empiezas a verte como el eje que puede llegar a impulsar las cosas. Lo digo porque los músicos en ocasiones nos vemos desde un punto de vista en el que se cree que solo son cantantes, pero podemos desarrollarnos y llegar a ser artistas, que es lo que ha pasado con mi vida.
Componer canciones y cantarlas…
Yo he estado en lugares donde la gente no sabe que soy el compositor de Lloro por ti, Cuando me enamoro, No me digas que no, Ayer, entre otras. Pero no solo he escrito para Enrique Iglesias, sino también para Luz Casal, Thalía, Luis Fonsi.
¿Cómo es escribir con músicos como Enrique Iglesias?
Componer con Enrique Iglesias y participar en su equipo año tras año para mí tiene un valor muy grande. Él me decía: “yo no soy el mejor cantante, yo soy uno de los que mejor escoge sus canciones”. De eso he aprendido. Por eso tengo que decir que Enrique es uno de los que más me ha impulsado a empezar mi propia carrera.
Y por eso pienso lo mismo que él, aunque no sea un gran cantante, sí puedo empezar a cantar mis canciones y llegar a la gente.
¿Qué se siente al ser reconocido en Cuba?
Lograr identificarme con las personas lo he aprendido en Cuba. Una de las suertes más grandes que he tenido es ser cubano y haber transitado por todas las dificultades en la historia de mi país. Siento que no solo vengo de lo que soy capaz de ser ahora, siento que fui mambí, uno de esos músicos ambulantes. La historia la siento muy enraizada a mi forma de ser y escribir.
Creo que he llegado al corazón de las personas y eso es un logro. Yo soy universalmente religioso y por eso respeto las creencias de todos. Tal vez por eso mi música llega a tantas personas diferentes. Creo que el pueblo es el policía, el aduanero, el doctor, el que no sabe nada, uno no se plantea llegar a cada una de esas personas, ellas llegan a ti.
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