Por: Lisandra Marene
18 de agosto de 2011.
Porque Blanco y Negros los conduce a Roma, tuvieron eco las risas entre palcos y lunetas del teatro Tomás Terry, en Cienfuegos. Durante poco más de una hora de las recientes noches inherentes a martes y miércoles, el grupo humorístico cuyo nombre alude a tal contraste de matices, estuvo aquí hace como diez años atrás, esta vez con la obra que presentaran al certamen Aquelarre 2011.
Así apareció ante el público, “Septiembre César”, supuesto descendiente de Julio y Augusto, en constante pugna con Espartaco. De sopetón, la intervención del psicoanalista Sigmund Freud, ahora en funciones de “arreglista de la personalidad por cuenta propia”. Otros sketchs aludieron luego al presente, al futuro. Y de varias historias – ficción emergieron las representaciones de temáticas disímiles: transporte, bloqueo económico, internacionalismo, homosexualidad (si bien todavía con algunos grilletes del prejuicio), justicia, amistad / enemistad…
Según declaraciones precedentes de Julio Martínez Burgos, director artístico, “el humor es fundamental para los cubanos y para la sociedad en general. Somos capaces de reírnos de nuestros propios problemas y a la vez superarlos. En ocasiones (…) es visto como una severa crítica a lo que nos pasa como sociedad o sistema; pero creo que más allá de todas esas cosas, nos ha ayudado a resolver y a hacer menos importantes nuestras dificultades. Es como la conga y la rumba; lo llevamos en la sangre”.
Constan también en el repertorio del conjunto espirituano, por ejemplo, los espectáculos Por quien merece humor y A color. En cada monólogo, parodia, historia musical u otro género abordado para generar la carcajada, suelen partir sus integrantes de la reflexión acerca de la cotidianeidad en la Mayor de las Antillas.
Fundado catorce años atrás y definido en los inicios como dúo, el elenco hoy lo conforman cuatro. De acuerdo con referencias on line, han sido partícipes ellos de los festivales “Con cascabel en la punta” y “To’ el mundo e’ bueno”, desarrollados en Santiago de Cuba y Sagua La Grande, respectivamente, y en el último de los cuales, merecieron premios.
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