Casi a las puertas de Cubadisco 20-21, los retos y logros de la industria fonográfica cubana vuelven a debate. Luego de un año difícil por la pandemia, la cancelación o aplazamiento de eventos como el de marras, así como problemas logísticos muy ligados al mercado interno y externo, finalmente Cubadisco va a desarrollarse de manera virtual.
Aglutinando las mejores producciones de 2020 y 2021, la apuesta del evento es tal vez la más arriesgada de su historia, no solo por la cantidad y calidad de sus nominaciones, sino también por las razones antes mencionadas y que, indudablemente, marcarán el rumbo de una feria que tendrá importantes –y merecidísimos– aliados mediáticos, y que pondrá a prueba un mecanismo a todas luces provechoso, aunque tardío, en el escenario nacional.
Dentro de esas interacciones se encuentra el Canal Clave, poderosa herramienta de difusión musical que ha tenido una profunda revolución a partir de la covid-19 en el país, rediseñando su programación para el evento, mucho antes de su arrancada el próximo 15 de mayo. También desde páginas y plataformas digitales del Ministerio de Cultura, del Instituto Cubano de la Música y de otras del sistema de la cultura del país, se estará visibilizando Cubadisco, no solo para un público local, sino para quienes deseen acceder desde cualquier lugar del planeta.
Ahora bien, desde la perspectiva meramente competitiva y musical, aún la producción nacional y su mirada al mercado nos sigue debiendo propuestas que equilibren un entorno mucho más abarcador, y donde lo ecléctico y funcional no sea el talón de Aquiles de la industria en estos tiempos. La potenciación de discos y audiovisuales en zonas que también necesitan ser introducidas en otros contextos continúa siendo asignatura pendiente en el país, pero desde la mirada de las disqueras, no de sus protagonistas. La ausencia de producciones de orquestas de cámara alarma a quienes defendemos el género, sobre todo teniendo en cuenta que se están sumando propuestas de dos años seguidos en un país donde este movimiento es sumamente importante. Igual suerte corren los coros, sin grabaciones nominadas en este periodo 2020-2021, así como las orquestas sinfónicas cubanas, tanto en la capital como en el resto del país.
En esta línea pudiéramos citar, de manera especial, tres producciones nominadas donde la Orquesta Sinfónica Nacional participa: Lecuona en La Habana (Egrem), Cuba por Coplas (Colibrí) y Cuba the legacy: Aurelio de la Vega & Yalil Guerra (RYCY Productions). Pero aún hoy, la industria le sigue debiendo un fonograma a la Sinfónica Nacional como pináculo del sinfonismo
cubano, realzándola como ente solista y no acompañante de otros proyectos, aunque estos sean interesantes desde todo punto de vista. Asimismo, esperábamos el ansiado disco de la Banda Nacional de Conciertos y del Orfeón Santiago, por citar algunas deudas aplazadas en estos años.
La trova, siempre pujante e inquieta, pudo ser mejor reflejada en la discografía y, lógicamente, traducirse en más nominaciones. Pero esa, y quizá otras aristas, las abordaremos en próximas entregas.
(Tomado de Granma)
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