Por un fin unas horas de descanso. Tras días de marcha por el lomerío y combates, el brigadier del Ejército Libertador, José González Guerra, y sus hombres pueden refrescarse y refrescar sus monturas en el río Caunaíto, bajo la sombra de los algarrobos. No imagina el mambí cuán breve será esta pausa o quizás sí, habituado como está a los azares de la guerra.
Aún están hombres y animales a mitad del baño ansiado, cuando las postas avisan del avance de las tropas españolas. A su rostro asoma, en un segundo, la determinación guerrera. Monta su caballo, brillosa la mirada y la piel desnuda. No alcanza el tiempo para vestiduras; solo para que el brazo empuñe, firme, el machete. Y rompiendo el fluir sereno del agua, se lanza al galope, ordenando la carga.
En ese instante preciso, se detiene el tiempo ante la mirada del artista. La escultura ecuestre, emplazada en el parque que lleva el nombre del patriota, a la entrada de la ciudad de Cienfuegos, inmortaliza el momento en que el brigadier José González Guerra parte a la batalla y a una de las victorias más contundentes de la Guerra de los Diez Años.
“En este monumento, la cola del caballo es como si estuviera chorreando agua, como si él estuviera saliendo del agua. Por eso no se ven las patas traseras del caballo.”, explica a 5 de Septiembre, Juan García Cruz, autor del monumento”.
Apenas hemos cruzado las primeras palabras y salta a la vista que García Cruz ha llegado a admirar al mambí cienfueguero. La imagen en bronce expresa ese sentimiento.
Fotos: Ildefonso Igorra López
Háblenos de cuánto ha tenido que investigar hasta visualizar en su mente la figura de este héroe de la gesta libertadora.
“Yo no conocía a este mambí. Soy de Matanzas y él es un patriota cienfueguero. Realmente, no había muchas evidencias de cómo era él físicamente. Tuve que leer el libro sobre su vida. Lo otro que hice fue tratar de obtener imágenes de su rostro. Conseguí una sola buena imagen, porque las demás eran borrosas o eran dibujos. Ya con eso, traté de reproducir, lo más cercanamente, la figura de José González Guerra.
“Era un hombre de piel oscura pero no era negro; fuerte de complexión y, según lo describen los historiadores y así aparece en la bibliografía, era muy serio. Por eso logró todo lo que logró. Y por eso está el rostro, así como se ve en la escultura. Está como mirando al futuro, pero con determinación”.
¿Qué fue lo que más le impactó sobre su historia?
“Lo que más me impactó fue el coraje que tenía este hombre. Él se alzó como un simple soldado y fue adquiriendo grados… En la batalla de Manaquitas, a ellos les informan que las tropas españolas vienen acercándose loma abajo, y sin pensarlo dos veces da la orden de ‘al machete’ y salen del río sobre sus caballos mojados, algunos de ellos, desnudos. Derrotan a más de 500 españoles. El coraje que tenía y cómo lo seguían sus hombres. Era un líder nato. Póstumamente, el generalísimo Máximo Gómez le da los grados de General. Eso para mí fue impactante”.
De alguna forma ha logrado que su obra refleje esa admiración que siente… y lo ha conseguido desde una imagen naturalista…
“Mi intención es hacerle un homenaje al brigadier José González Guerra como era él: un mambí natural, un hombre de combate que salía a pelear desnudo sobre el caballo. Ese es el héroe de Manaquitas.
“Que pasa, que por razones de ética me sugirieron que le tapara los genitales, tanto a él como a su caballo, y que retirara unas escenas de combate que estaban en la cola del caballo. Pero la escultura está inspirada en la batalla de Manaquitas.”
¿Cómo surge la idea; cómo llega a este personaje de la Historia?
“La idea inicial de hacer un monumento al brigadier José González Guerra es del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. En el discurso que pronunció el 26 de julio de 1984, Fidel dijo que Cienfuegos le debía una escultura al brigadier José González Guerra. Así que la idea salió de ahí.
“En 1987 sale un concurso para presentar proyectos de lo que sería el monumento y un año después recibimos el premio…”
Foto: Ildefonso Igorra
El proceso de creación no ha sido fácil. Primero, porque su ejecución ha sido pospuesta por muchos años y, luego, tuvo que trabajar fuera de la provincia…
“Desde la estructura inicial, el modelado en arcilla… yo lo hice todo en los talleres de la Fundación Caguayo, en Santiago de Cuba. Aquí en Cienfuegos no existen las condiciones para hacer ese tipo de trabajo; no tenemos taller de fundición.
“Yo me fui a allá a Caguayo con mi proyecto en un carro del Gobierno de Cienfuegos. Se los mostré y les dije que era eso lo que yo quería hacer. Me preguntaron qué traía, si los moldes para el fundido, si esto o aquello… y yo solo tenía la maqueta.
“Me fui con Alain Moreira, quien es escultor y además, tiene conocimiento sobre fundición. Inicialmente, estábamos en una casa de visita a más de 20 km de los talleres de la Fundación. Salíamos temprano en la mañana para el taller y había que recoger temprano para regresara Santiago. Y yo quería ganar tiempo; perdíamos como cuatro horas de luz del día que podíamos utilizar en función de la obra. Entonces les pedí que nos buscaran una oficina y un par de colchonetas y comenzamos a quedarnos ahí. Comíamos en el comedor obrero. Y así fue todo el año que estuvimos allí.
“Llegué a Santiago de Cuba a trabajar en el proyecto en febrero del año pasado y regresé a Cienfuegos en marzo de este año. En esa fecha comenzó el nuevo coronavirus a propagarse y ya no pude regresar. No fue hasta hace unos 30 días atrás que volví a Caguayo. Entera, la escultura no cabía en el camión. Entonces lo que hicimos fue traer una parte en una rastra y la otra por piezas en otro transporte para ir armándola toda aquí. Por eso tuvo que venir la brigada de la Fundación Caguayo, que está compuesta por especialistas de montaje”.
Noto que la escultura está emplazada de cara a la ciudad. ¿Por qué de esta manera?
“La historia del brigadier José González Guerra es inspiradora. Por eso yo lo hago mirando hacia la entrada de la ciudad, porque en definitiva, es como si él estuviera regresando. Se fue un día de la ciudad, a combatir y ahora viene de regreso”.
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