La pandemia ha restringido la existencia de los cubanos, pero no su creatividad. Los artistas visuales consuman alternativas para combatir el estrés y perpetuar el espíritu que les anima, tratando de asir una mirada peculiar sobre nuestras realidades y demostrar que el arte puede ser regocijo, catarsis y espejo social. Asimismo, no muere bajo ninguna circunstancia, aunque los bolsillos estén a medio vaciar y se cuente con escasa ayuda económica desde hace poco más de un año.
La noticia de que Luis Alberto Pérez Copperi (Cienfuegos, 1973) había recibido a comienzos de año el Primer Lugar en la X Edición del Salón de Artes Plásticas Contemporáneas Panorama 42, fue poco replicada por nuestros medios, y resulta toda una injusticia con este carismático pintor, que en los últimos años emerge entre los más crecidos hacedores de las artes visuales de la región. Copperi se había formado en la Escuela de Artes Plásticas Rolando Escardó (1983-1988) y tras definir su vocación, titulado de arquitecto en la Universidad Central de Las Villas (1998).
Luego del regreso a su ciudad natal se entusiasma por el dibujo y consigue un estilo muy personal, de estirpe imaginera, que trasluce su dominio de la línea y los valores, esencialmente cuando no utiliza soportes convencionales. Sus textos visuales acusan de cierto lirismo, una sensualidad pertinente que jerarquiza la topografía femenina, aunque en los últimos tiempos ha procurado autorreferenciarse y hasta sistematizar la figura de José Martí como ancla de pensamiento modélico, por lo general contextualizados históricamente a través de los estratos arquitectónicos o insulares. Los ambientes, igual consuman la nostalgia por el surrealismo y la voluntad de experimentar con los objetos y subrayados cromáticos y/o simbólicos. Sus obras circulan en varios países de América y Europa.
(Tomado de 5 de Septiembre)
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