Por: Antonio E. González Rojas.
28 de noviembre de 2011.
El último fin de semana de noviembre, el Teatro Tomás Terry, de la ciudad cubana de Cienfuegos, clasificó como uno de los primeros escenarios en que se presentó, junto a otras obras, uno de los más recientes estrenos de la compañía holguinera Co Danza: Estación para pensar.
El espectáculo fue concebido por la coreógrafa Vianki González, quien, inspirada en poemas de los escritores coterráneos Irela Casañas, Kenia Leyva, Hugo González y Yanier H. Palao, se propuso recorrer amplio espectro danzario-dramatúrgico. Cuadro tras cuadro, los ejecutantes encarnan diversos estados del ser y el estar del humano, los variados deseos, instintos y conflictos incidentes en la enmadejada dialéctica de su existencia, manteniéndola en perenne efervescencia.
Los arquetípicos enfrentamientos del Ser vs Grupo, Ser vs Ser, Grupo vs Grupo, Ser vs sí mismo, los cuales resumen las esencias de todos los dilemas y contradicciones de la especie pensante, se deslizaron y arremolinaron entre los movimientos, rigurosamente ejecutados por los bailarines. Calzada es además la propuesta por el prudentemente fantasioso diseño de vestuario, sutilmente diferenciados para cada coreografía, sin acusar artificio carnavalesco.
Persigue Estación… (y Co Danza toda, pues la pieza se inserta consecuentemente en la main stream de la compañía), el establecimiento de cálidos nexos dialógicos entre danzarines y públicos, echando mano de recursos dramatúrgicos que atemperen la abstracción excesiva. Pues comunicar es uno de los propósitos axiales de la propuesta, enunciada desde el mismo título la oportunidad brindada a los espectadores para el reposo de los cuerpos y el ameno ejercicio de las mentes, a partir de la libre apreciación y decodificación de lo planteado.
Las indagaciones sociológicas acerca de la participación del individuo en el grupo y viceversa (dígase influencia e inmiscusión), los desafíos de la autenticidad y la confederación de los mediocres contra esta, se alternan con breves divertimentos de sesgo eroto-clownesco y sensuales cortejos, tributarios de toda la apasionada carga erógena del tango y el flamenco, sin caer en la mímesis formal; para finalmente ejecutar los bailarines un acto de sincero exorcismo de sí mismos, desnudando cuerpos y almas en la suprema entrega, en la definitiva purificación que sobreviene, una vez se trascienden los diversos anclajes del deseo y la ambición, definidores a su vez de la consabida imperfectibilidad de la naturaleza humana. Tras caer la última máscara, esta no es sustituida por igualmente estoica santurronería, sino que es bruñida con las propias cenizas de la hoguera de las pasiones y vanidades.
Como contundente corolario de la IX Temporada de la Danza en Cienfuegos, abierta fue en el Terry, por única vez (hasta ahora) la estación que Co Danza propone a los homo sapiens para pensar(se), y escalar los peldaños básicos hacia una humanidad más legítima, más consecuente.
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