En Cuba se puede encontrar un abanico de cultos y creencias, que inevitablemente, han pasado a formar parte de nuestro acervo cultural, evidenciadas en la música, bailes, comidas, lenguaje, fiestas religiosas y otros muchos aspectos de carácter psicológico, social y cultural. Las religiones que conforman nuestro quehacer religioso dentro de la sociedad han aportado elementos de un proceso culturizador, manifestado como parte integral de su idiosincrasia y modo de vida cotidiana.
Esta amplia variedad de ideas religiosas que se pueden observar en Cuba son estudiadas por Jorge Ramírez Calzadilla, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) en su ensayo “Religión, cultura y sociedad en Cuba”.
El alcance del “mestizaje religioso” que caracteriza a la población cubana es muy amplio. Hay que tener en cuenta que en Cuba siempre se ha manifestado una tendencia al ateísmo y a una especie de religiosidad sin dogmas. Con esta especificidad del pueblo y en dependencia de factores sociales, históricos, morales, sicológicos y otros, las creencias, prácticas y organizaciones religiosas en Cuba son disímiles; y éstas inciden en mayor o menor medida en la vida cotidiana de la población. Se afirman en costumbres, hábitos morales, gustos, formación de ideales, y de modelos de conducta. Para algunos es la base para explicarse la creación del mundo y del hombre, y hasta algunas personas acuden a sus creencias como una manera de resolver sus problemas, y otros toman estos principios sólo como elementos que enriquecen nuestra cultura.
La religión forma parte de la vida cotidiana del hombre, y es asimilada, conscientes o inconscientes, en sus hábitos y relaciones con su medio. La humanidad está marcada por mucho de estos signos religiosos, hasta donde tenemos conocimientos históricos. En Cuba se puede destacar algunos mitos, supersticiones y tradiciones con gran influencia en la población; ceremonias de matrimonio, bautizos, conmemoración de Semana Santa, Día de fieles difuntos, procesiones de santos, misas, y otros. Muchas de estas manifestaciones se llevan a veces por costumbre o tradición familiar y otras han desaparecido dejando siempre algunos elementos enraizados en nuestra conciencia (Ramírez, 1995).
Cuando vemos hasta qué punto las religiones han marcado muestro acervo cultural, percibimos que existe siempre algún rasgo que las identifica. Es imposible señalar todas las incidencias al respecto, porque además éstas pueden presentarse como elementos dentro de la sociedad, o como características personales; no todas mantienen su sentido mítico y otras aunque lo mantienen han perdido su fervor religioso, y algunas han desaparecido.
En este sentido sirva de ejemplo el caso que nos ocupa: las Fiestas de San José de la Montaña, que pasó de ser una celebración religiosa hasta inicios de la década del 60 del siglo pasado, para desaparecer casi hasta los 90 y reaparecer convertida en una fiesta popular en los años 1991 y 1992.
Qué dicen los teóricos sobre la religión?
Las teorías antropológicas de la religión pueden dividirse en tres grupos: teorías de la solidaridad social (o de cohesión social), teorías de la ilusión y teorías intelectualistas (o cognitivas). Los partidarios de las teorías de la solidaridad social consideran que lo que explica la existencia de las religiones son las necesidades sociales, como pueden ser la cohesión y armonía (Martínez, S/F).
La teoría de la solidaridad social, al parecer, es la más utilizada en antropología desde su aparición a comienzos del siglo XIX. No deja de ser una forma de funcionalismo, al explicar la religión aludiendo a su función de inculcadora de lealtad hacia una sociedad; como lo hace con la ayuda de símbolos (ropajes, forma arquitectónicas, danzas, cánticos, rituales…, incluso de manera inconsciente), hay quien la considera también una forma de simbolismo: la religión sería un conjunto de actividades simbólicas que no afectan al mundo en su conjunto, sino solo a las relaciones sociales humanas.
En este caso se puede incluir las celebraciones religiosas-populares de San José de la Montaña, en la localidad de Paraiso, como elementos de la solidaridad social, al inculcar lealtad hacia una sociedad y servir de cohesión social para los pobladores de esa localidad cienfueguera.
Otro autor, Cliffor Geertz, define a la religión atendiendo a la función que cumple, como es motivar a sus fieles ofreciéndoles un mundo ordenado y dotado de sentido, dando cohesión a la sociedad en torno a ciertos símbolos cuyo significado se comparte. Geertz acepta la variabilidad y arbitrariedad de la concreción de ese orden, pero desconocemos cómo funciona ni por qué nos dota del sentido que necesitamos. Si ese orden general fue creado por seres parecidos a los humanos (deidades), su sentido no sería variable ni arbitrario, sino que dependería del modelo humano.
El Santuario de San José
La Ermita de San José, en la localidad de Paraiso, en Cienfuegos, se fundó en 1911 por los Padres dominicos y muchos años más tarde se convirtió en Santuario. El año en que Su Santidad Juan Pablo II peregrinó en Cuba, se reinauguró, luego de su remozamiento, pues llegó a estar en ruinas, el nuevo templo que además fue proclamado santuario diocesano.
Los festejos del Santo Patrón de la comunidad de Paraíso se inician por vez primera, en los comienzos del siglo XX, celebrando la procesión a San José. La primera etapa se enmarcada en 1911 a 1959 durante la cual los festejos no comenzaban el propio 19 de marzo, sino que se organizaba con anterioridad para alistar todo lo necesario y recibir con las mejores galas el día del Santo Patrón de la localidad.
La imagen de San José ubicada ahora en el altar mayor fue bendecida por su Santidad Juan Pablo II en Santa Clara y el sagrario que guarda las hostias consagradas fue el mismo ante el cual el Papa oró en la Nunciatura de La Habana y que fue donado generosamente a la diócesis por Mons. Benianimo Stella, nuncio apostólico, entonces. La imagen de San José que peregrinó por las calles del pueblo es la histórica, colocada en 1911, al inaugurarse el templo.
San José es considerado custodio de Jesús en su etapa de niño y adolescente, con humildad y espíritu de servicio. Las fiestas populares en su honor se celebran alrededor del día 19 de Marzo.
El santuario dedicado a San José, que al igual que el existente en Barcelona, España, se levanta en una pequeña loma, como para darles una mejor acogida a todos los peregrinos que llegan a patentizar su devoción.
Las celebraciones hace 60 años
Durante el trabajo de campo para esta investigación se realizaron 5 entrevistas semiestructuradas a actores claves de la localidad y más de 10 a personas que viven en la localidad actualmente y son mayores de 21 años y se realizó una amplía revisión bibliográfica en la Biblioteca Provincial “Roberto García Valdés” y en la Biblioteca del Episcopado, ambos en Cienfuegos. Estos fueron los métodos y técnicas principales utilizados.
A los largo de todo el proceso investigativo se puedo determinar que desde la fundación de la ermita de San José y hasta aproximadamente 1964 las celebraciones eran muy diferentes a como es en la actualidad y que los cambios más drásticos se dieron después del año 1991.
Aunque la información bibliográfica sobre el tema es muy limitada, todavía viven algunas personas que estuvieron presentes en las celebraciones a lo largo de los años y percibieron los cambios.
Zoila Marrero Fernández, una de las más ancianas pobladoras de esa localidad se refiere a las celebraciones como algo diferente. “Yo tengo 97 años y nací aquí. Nosotros siempre escuchábamos decir que “a San José lo trajeron en un carretón” y su devoción era la única religión que existía en el pueblo, todos creían y adoraban a San José. Nosotros éramos once hermanos y nos bautizaron a todos un día de San José, mi hermana, Josefa Marrero, que era mayor que yo, fue una de las primeras en bautizarse en el Templo. Antes tampoco se ponía la música hasta que no concluyera la celebración religiosa. Incluso, tradicionalmente se siembra un árbol de Paraíso el día de San José y aquí hubo un compañero llamado José Curbelo que le puso a su tienda “El Paraíso” y hasta más antes de ponerle el nombre de Paraíso al barrio, en las cartas escribíamos “San José, Barrio Manacas” porque antes se llamaba Manacas; o sea que aquí todo tenía que ver con esa fecha y las personas eran muy devotas.
Expresa Zoila que también se hacían serenatas el día 18 a las personas más viejitas y nativas del lugar. Hoy eso se ha perdido un poco y existen también otras religiones, ya no es como antes. En mis años de joven, se hacía una matinée en el Círculo, venían gente de la Habana, pero todo era más tranquilo, hoy los jóvenes hacen mucho desorden; solo en la parte religiosa participa la familia.
Sus declaraciones son refrendadas también por María Luisa Alonso, Secretaria del Templo, quien hace una explicación sobre los objetivos y la forma de las fiestas:
“A las fiestas populares vienen personas de todos los lugares con ofrendas de flores y velas; a veces llegan incluso a pie de los diferentes municipios de la provincia y hemos tenido visita de creyentes de otros países. A la misa que se hace el 19 de marzo llega la familia para alcanzar sus metas; recuerde que estamos hablando también de la familia de Nazaret: Jesús, José y María y precisamente en el momento de la misa se bendice la familia y se camina con el santo en procesión por el barrio. Generalmente, hacemos la misa fuera del templo porque no caben los peregrinos dentro.
Hay muchas personas que vienen desde el día antes a agradecer a San José y nosotros desde la noche anterior abrimos y adornamos el templo; antiguamente se hacían serenatas a quienes llevaban el nombre de José.
Explica María Luisa que a las seis de la mañana del día 19 se tocan las campanas y se abre el templo. En la escalera, recibimos a los peregrinos y ya están dispuestos búcaros y velas para las ofrendas. También se oferta merienda, hay venta de artesanías, rosarios, un taller de personas de la tercera edad y venta de libros. A las 9 y 30 de la mañana comienza la misa que dura aproximadamente 45 minutos y al concluir la misma se hace “la bendición de los esposos”, es decir, a imitación de José y María se pide que las familias estén juntas y sigan su ejemplo de amor y respeto para bien del crecimiento de sus hijos.
Cuando termina la bendición, sale el santo por el barrio y en un recorrido que abarca alrededor de seis cuadras. En grandes andas varios hombres se rotan llevarlo y se realizan cuatro o cinco paradas para reflexionar sobre la vida de José, su vínculo con la familia, hasta que se devuelve el santo al templo y este se queda abierto hasta las cinco de la tarde para recibir a quienes no pudieron llegar, luego continúan las fiestas populares”.
Otros entrevistados de la localidad concuerdan en afirmar que ahora es muy común los bautizos en esa fecha en el Santuario, incluso de niños que no forman parte de familias religiosas, así como también bodas de parejas de la localidad.
Rosa del Sol y del Sol, Secretaria Ejecutiva de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) tiene muchos motivos para hablar sobre el tema. Vivió en la localidad durante muchos años, fue bautizada en esa iglesia, al igual que sus hermanos y siempre ha participado en las celebraciones de San José. Además a inicios de los 90 se desempeñaba en la Dirección Municipal de Cultura de Cienfuegos y desde allí pudo percibir el cambio en las celebraciones, que pasaron de ser un evento familiar y religioso a ser una celebración socio-religiosa y popular.
“Antes era algo de familia y duraba solo un día. Comenzabas con la Misa, después la Matiné con los jóvenes y la Venta de confituras y por la noche el Baile en el Círculo Social, toda la familia junto a los jóvenes. Ahora ya no es así. Aproximadamente en 1991 o el 1992, a tono con los cambios en las políticas culturales cubanas, se comenzó a dar mayor importancia a las Casa de la Cultura y los Promotores Culturales, quienes comenzaron a trabajar en proyectos comunitarios y recibir algunos recursos para esos eventos. El caso de las Fiestas de San José fue uno de estos que recibió la atención y recursos de la Dirección Provincial de Cultura. Se agregaron algunas cosas que no eran habituales, como exposiciones de comidas tradicionales y hasta carreras de caballos y peleas de gallos, por suerte esto último se ha eliminado porque era muy peligroso.
Lo real es que estas fiestas ya nada tienen que ver con lo que se hacía antes. O muy poco. Es cierto que se sigue respetando la misa y la matiné, pero todo lo otro ha cambiado. Yo no digo que las personas que van a las fiestas no sean religiosas o creyentes, pero ahora van más por las fiestas que por otra cosa. Ya se parece más a un carnaval que a una celebración religiosa”.
En la etapa señalada por la entrevistada se dieron grandes cambios en la política cultural cubana, parada en la encrucijada de seguir financiando grandes eventos culturales o buscar iniciativas menos costosas y más extendidas en el territorio nacional. A partir de esta dicotomía se crearon programas de desarrollo cultural territoriales que se diseñan y ejecutan en cada provincia y municipio del país y son aprobados por los Órganos de Gobierno en cada caso.
Uno de los principios de la política cultural cubana reforzados en la década del 90 es el respeto y apoyo al protagonismo y creatividad de las comunidades en la conducción de sus procesos socioculturales y este principio fue uno de los que avivó las celebraciones de San José de la Montaña, al incorporar iniciativas sociales y culturales al evento religioso.
Las celebraciones a partir de los 90s
Las investigaciones en zonas rurales cubanas, como lo es Paraíso, han constatado que los creyentes en esa población, en su mayoría no están vinculados a una expresión religiosa determinada ni son miembros de algún grupo religioso, lo que reporta una escasa actividad de las organizaciones religiosas con una mayor influencia del espiritismo, si bien en minoría. Las creencias y las prácticas predominantes tienen un contenido más bien mágico y supersticioso referido principalmente a curaciones, espíritus, luces, aparecidos, el mal de ojo y otras similares. Pero en el caso particular de esta localidad se percibe un amplio número de practicantes del catolicismo, vinculados al Santuario de San José.
Señala sobre este particular Ramírez Calzadilla que estudios sistemáticos desde 1983 sobre las festividades religiosas más concurridas en las que se veneran figuras preferenciadas popularmente en determinados templos y fechas y en celebraciones domésticas, arrojan una asistencia que supera la membresía de cualquier iglesia y las de varias juntas.
En el caso particular de las Fiestas de San José de la Montaña se puede decir que sus participantes se pueden colocar en la categoría de No Creyentes, y de los tres niveles principales de organización de la idea de lo sobrenatural se ubicarían en el más bajo, de ideas poco estructuradas y contenido mágico supersticioso.
La amplia afluencia de personas a estas fiestas está dada además por el carácter lúdico y recreativo que ha alcanzado, por encima de su carácter religioso, en parte producto a la presencia de instituciones y entidades culturales.
Eduardo Cruz Rumbaut, Promotor Cultural de Consejo Popular de Paraíso, alega que “el pueblo de manera general respeta la ceremonia religiosa que organiza la Iglesia. Solo cuando esta concluye comienzan las fiestas populares, alrededor de las 11 de la mañana. A grandes rasgos, las fiestas incluyen grupos musicales, cerveza, comidas criollas, competencia de platos tradicionales y de vinicultores, aunque esta última parte se ha perdido un poco. También se realiza una peña campesina dentro del Centro Recreativo y también actividades infantiles con grupos profesionales. Pero antes era una celebración más sana; en la actualidad vienen personas de los repartos de Tulipán, Punta Gotica, Buena Vista y otros barrios de Cienfuegos que ya vienen casi de manera tradicional y estropean la fiesta con discusiones y peleas. La gente de Paraíso ya no disfruta esta parte de los festejos, solo va a la calle a comprar la cerveza o la comida y regresa para consumir en casa y mantenerse fuera de los problemas.
La de San José es la fiesta del año en Paraíso, tenemos presupuesto del Estado para su realización y la parte popular dura aproximadamente trece horas; se han reunido aquí hasta más de mil personas para festejar.
Explica Eduardo que todas las instituciones participan en la organización. Un mes antes se convoca a la FMC, la administración, el presidente del Consejo Popular y yo como Promotor Cultural debo entregar un programa de actividades para su aprobación. Convocamos a Instructores de Arte, se les facilita a las amas de casa los insumos para la preparación de los platos, se convoca a los agricultores, se hace y adorna una plataforma. Antes solo iban los mayores a la Iglesia, pero ahora van también los jóvenes en busca de orientación y por los programas que allí tienen para atraerlos.
Días antes de la fecha realizamos reuniones de coordinación para ultimar detalles. Tenemos apoyo de Tránsito para cerrar las calles durante la procesión, la Empresa Eléctrica nos ayuda con el alumbrado público y los bajantes de corriente para que los grupos musicales puedan actuar, el Partido ayuda a montar la plataforma; Gastronomía, la Cadena de Mercaditos y los cuentapropistas venden alimentos, también algunos trabajadores particulares traen equipos eléctricos para los niños.
Como Promotor me corresponde seleccionar, junto a Cultura Provincial y Municipal, los grupos musicales que son de la preferencia de los pobladores e intentamos así responder a las necesidades de esparcimiento de la familia.
La cerveza no se vende hasta que no concluya la actividad infantil en la que siempre participan payasos y la Tía Rosa con sus niños, esto es cerca de las 12 o 12.30 del mediodía. Entonces empezamos con las actividades campesinas y tocan dos grupos provinciales profesionales, uno por la tarde y otro por la noche, hasta que se termina con música grabada”.
Establece Ramírez Calzadilla que entre los años 1988 y 1995 aumentó la afluencia de personas a cultos y celebraciones religiosas en todo el país, en consonancia con una tendencia visible en tiempos de crisis económicas, cuando las personas se refugian en la religión, aunque no sean estrictamente creyentes. El investigador cita a Frei Betto, en su ensayo “Mística y Socialismo” publicado en la revista Casa, en 1991, cuando dice que hay quienes reiteradamente aseguran que el hombre de hoy día está necesitado de utopías y que se accede a una vuelta a la religión.
Con ello se puede ver que los cambios multitudinarios en las Fiestas de San José de la Montaña no son un evento aislado, sino que forman parte de una tendencia internacional, de la cual Cuba no está alejada.
Lo importante en estos cambios no es tanto si se producen o no un aumento de los creyentes sobre los no creyentes, sino que la religión ha alcanzado una mayor capacidad de intervenir en la vida social y en la de los individuos creyentes. Se trata de un hecho sociológico que no tiene necesariamente una lectura política, sino más bien sociocultural y antropológica.
Se puede decir que muchas de las personas que viven en la comunidad o que vivieron en ella en algún momento sienten una fe popular, religión popular, religiosidad popular o del pueblo o catolicismo popular, como define Ofelia Pérez Cruz en su estudio “Religiosidad más extendida en Cuba. Su definición conceptual”. No ocurre así con las personas de otras localidades que solo participan en las celebraciones populares, pues estas solo están enfocadas en las fiestas y rara vez entran a la Misa que se celebra ese día a primera hora.
Específicamente en la sociedad cubana de los años 90, la que atravesó por una profunda crisis económica de notables repercusiones, es frecuente encontrar opiniones de que se verifica una explosión religiosa. En este caso se insertan estas fiestas, que se vieron sustentadas en parte por recursos estatales y apoyo organizativo institucional. (Ramírez, S/F)
El Período Especial tuvo un carácter y consecuencias no sólo económicas, sino que abarcan la vida social en su globalidad, incluso en la espiritual, y a la conciencia individual de los cubanos, de los cienfuegueros y de los habitantes de Paraíso, quienes reforzaron sus ideas religiosas y vieron en la celebraciones de San José de la Montaña un escape momentáneo a sus realidades diarias.
El auge religioso en el ámbito nacional no fue fruto único de la crisis económica y social por la cual comenzó a atravesar la nación en esos años. Medidas institucionales que venían gestándose previamente alentaron la exteriorización de la religiosidad individual, mientras que las instituciones y grupos religiosos ganaban espacios sociales, además de presenciar el incremento de sus filas. La modificación en la política cultural cubana, específicamente el amplio apoyo a iniciativas comunitarias y el reforzamiento del papel de los Promotores Culturales y las Casas de la Cultura, posibilitaron que iniciativas como estas ganaran terrenos en estos años.
Es curioso señalar que todos los entrevistados menores de 21 años (nacidos antes de 1992) no tienen claras las ideas de que las celebraciones fueron inicialmente religiosas. Para ellos la Misa y la Matiné no son la parte más importante de la fecha. Ya es natural también que asistan a las celebraciones muchas personas de otras localidades, que viajan hacia Paraiso desde bien temprano y son comunes procesiones de personas que hacen promesas para el día 19 de Marzo.
La festividad popular ha ganado una importancia tal que ya cuenta con una comparsa que está compuesta por los jóvenes del pueblo, quienes ensayan con un mes de antelación. Una vez concluida la comparsa quedan abiertas las calles para dar paso al disfrute del pueblo, donde se disfruta de ofertas alimenticias y música grabada, que por la noche es sustituida por grupos musicales invitados.
Mucho antes de que el Papa Juan Pablo II visitara Cuba y se viera un despliegue religioso en gran parte de la sociedad y el apoyo gubernamental para eventos religiosos, ya el Gobierno y el Estado apoyaban este evento religioso. La policía cerraba el tráfico en la calle donde se realizaba la procesión con el Santo de la Iglesia y se proporcionaba todo el avituallamiento para los festejos populares, no así para la venta de confituras dentro del Santuario, pues gran parte de estos eran proporcionados por los creyentes de la localidad.
A modo de conclusiones
En nuestro trabajo no referenciamos todas las entrevistas realizadas en la localidad cienfueguera de Paraiso acerca de las fiestas de San José de la Montaña, pues muchas de ellas solo contribuían a reformar opiniones y no aportaban nuevos elementos.
Vale destacar que todos los entrevistados contaban con más de 21 años de edad, pues buscamos opiniones de personas que hayan participados en las fiestas antes de los cambios de 1991. Ellos nos permitió arribar a diversas conclusiones:
Las celebraciones religiosas de San José de la Montaña, en la localidad cienfueguera de Paraíso, se mantuvieron como evento religioso desde su fundación aproximadamente hasta 1963. Las fiestas contaban con la participación principal de los pobladores de la localidad y solo unos pocos visitantes de otros territorios. La Iglesia tenía un papel protagónico en la cotidianidad cívica y social de Paraíso.
La etapa entre 1963 y 1991 marcó una época de muy pocas representaciones sociales de tradiciones religiosas en la localidad. Durante la etapa todas las celebraciones religiosas en Cuba se limitaron a los espacios interiores de los centros religiosos y no se permitían procesiones en las calles. Orientaciones y directrices del Gobierno Revolucionario cubano durante la etapa estipulaban la separación de la Iglesia y el Estado y limitaban hasta casi desaparecer cualquier iniciativa religiosa encaminada a satisfacer necesidades emocionales o sociológicas de la población.
A partir de 1991, con el protagonismo de los Promotores Culturales y las Casas de la Cultura, y la importancia otorgada en la actualización de la política cultural a las iniciativas en las comunidades, cambian las celebraciones de San José de la Montaña y pasan de ser eventos religiosos, dirigidos a los creyentes y pobladores de la localidad a fiestas populares, con aspectos culturales que no estaban vinculados a ámbito religioso, como las comparsas, la música grabada o en vivo y la ventas de alimentos y bebidas.
La mayoría de los participantes en las fiestas actuales no tiene un pensamiento religioso estructurado y no participan en la Misa y la Matiné inicial, sino que van expresamente a los festejos populares que se realizan después del mediodía. Estos participantes por lo general son de localidades aledañas y no llegan a Paraíso hasta bien entrada en la mañana.
El proceso de cambio en las tradiciones a lo largo del tiempo también se ve en la religión y sus festividades, que se ven condicionadas por elementos externos, como la acción de los Promotores Culturales y las iniciativas de las Casas de la Cultura. (Tomado de Perlavision)
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