“Brujas merengueras es la forma que encontré para contarle a los niños historias de princesas, dragones y hechizos en la modernidad”, dijo a Cinco de Septiembre, Isora Morales, a propósito de la publicación de su primer libro por Ediciones Mecenas, de Cienfuegos.
Esta especie de novela con once relatos —cada uno con autonomía pero con una secuencia lógica—, cuenta la historia de “tres brujas emigrantes que llegan a Ciudad Nublada, un lugar donde las personas han perdido la capacidad de soñar y dejaron de ser solidarias e incluso, de saludarse”.
Como quien desea mostrarles a los infantes un mundo a veces carente de valores morales, para guiarlos hacia ese camino en el que es preciso amar al prójimo como a uno mismo —cual máxima religiosa—, la escritora usa como pretexto los merengues hechizados de estas “singulares magas”, aprendices de voladoras, que, además, no son feas.
“A medida que van convirtiéndose en verdaderas brujas, le dan su espiritualidad y amor a los habitantes de la ciudad, quienes son recíprocos”.
La cuentinovela, a decir de su autora, pretende llevar a los niños hasta El Maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov, su libro de cabecera.
“La génesis principal está ahí. Aquella es una novela para adultos y esta para niños, pero partió del hecho de que Margarita también es bruja, es la ‘hermosa voladora de Moscú’, como le hago referencia en el texto. Además, hay un personaje llamado Misha, en franca alusión a Bulgákov.
La intención de la autora a través de sus Brujas… es que el libro lleve a los infantes a encontrarse con esta fabulosa historia de la literatura ucraniana y universal, “que le pregunten a sus padres y les interese leerlo, cuando sean adultos, obviamente”.
Como este título, también El álbum de mi familia, de Hecmay Cordero Novo, en reimpresión, lleva a los niños un mensaje de amor hacia quienes les rodean.
“Relata una historia familiar endulzada por momentos mágicos que hacen que el niño reflexione alrededor de su familia. Llama a aceptarnos como somos y a aceptar a los demás como son”.
El texto, donde los “malos hacen el bien” —como definiera su autora—, es de amplia “capacidad imaginativa, al recrear el mundo fantástico de las brujas y hadas, remitiéndonos a los diversos conflictos de la familia cubana actual con un alto sentido del humor”, como ponderara el jurado que le otorgó el Premio Fundación de la Ciudad Fernandina de Jagua en 2011.
(Tomado de Cinco de Septiembre)
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