Alfredo Guevara, Cuba, nuestro cine

Un día como hoy, 19 de abril, hace doce años, falleció Alfredo Guevara. En el recién 45 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano fue homenajeado este intelectual agudo, revolucionario cabal, martiano, fidelista, patriota en toda circunstancia, batallador indomeñable, pensador anti dogmático y hombre de vasto dominio cultural del cine y del resto de las manifestaciones artísticas, quien dejara inconmensurable legado al frente del Icaic y del mencionado encuentro continental de La Habana.

Constituyó un homenaje precursor, en el camino a la conmemoración del centenario del nacimiento, en diciembre de este año, del autor de Revolución es lucidez (1998) y Tiempo de fundación (2003).

El entonces Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, General de Ejército Raúl Castro Ruz, le entregó, en 2009, la Orden José Martí, la más alta distinción conferida por el Estado Cubano. Guevara también recibió la Orden Félix Varela de primer grado, principal reconocimiento cultural en nuestro país.

La historia del proceso social iniciado en Cuba el 1 de enero de 1959, la de nuestra cultura, pero especialmente la de la pantalla nacional, encuentran en él a alguien que defendió a capa y espada la labor de la Revolución, y quien se opuso a toda forma de colonialismo posible.

Alfredo se convirtió en formulador de estrategias culturales, en creador de instituciones fundamentales, en un gestor de obras, quien supo además tender puentes de solidaridad y alianza entre los cineastas del continente, desde las premisas de la invitación, el diálogo y la observancia de la diversidad de sus propuestas ideotemáticas.

Al pensar en Guevara, resulta procedente releer las palabras de Roberto Fernández Retamar cuando, en 2010, le entregaron a Alfredo el Ángel de la Jiribilla. El hombre al frente de Casa de las Américas subrayó entonces que el Icaic liderado por él es uno de nuestros grandes orgullos y nuestras grandes alegrías.

“El ICAIC se convirtió, bajo orientación suya, en el centro más importante de trabajo político–cultural del país: produjo películas extraordinarias; pero produjo también un fermento intelectual enorme, polémicas resonantes, en muchas de las cuales participó Alfredo. Finalmente, Alfredo ha venido a dirigir el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano y allí también ha hecho de esa institución una fuente de afirmación intelectual”, expresó Fernández Retamar.

El creador de la Cinemateca de Cuba, del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic y de la revista Cine Cubano poseía una fina sensibilidad, una permanente insatisfacción ante todo cuanto pudiera realizarse mejor, y una especial preocupación por la continuidad de su Patria, la obra de la Revolución y la incidencia de los jóvenes.

Al preguntársele que les recomendaría a los jóvenes para ser mejores cubanos, respondió: “Luchar por que Cuba sea mejor y los problemas que tenemos sean superados. Hay problemas que no dependen de nosotros: el bloqueo, la presión sobre Cuba; pero hay cosas que sí dependen de nosotros (…)”.

A su juicio, “el ideal es que cada ser humano pudiera desplegar todas sus cualidades, de modo que en ese despliegue encontrara –porque todo ser humano tiene algo de artista–, la belleza. Si la descubre, la ama; y si la descubre y la ama, la enriquece. Eso es lo que es ser joven: revolucionar, revolucionar, revolucionarnos nosotros mismos”.
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