La 28 edición del Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso en este 2024, nos asegura la fuerza de la danza como convite a la vida en conjunto. No solo por aquello de juntarnos con el partenaire, sino para volver grupal el sentido de la dupla, de la celebración entre cuerpo y alma, tiempo y espacio, artista y público. Me atrevería a pensar que nuestro Festival, hecho a golpe de cincel labrador, de sumatoria belleza y apuesta solidaria, en el presente cubano vendrá como soplo que repara al tiempo que nos acopla en comunión.
Quizás como nunca antes, hoy el Festival va más allá del ser necesaria plataforma de exhibición de nuestra danza a nivel nacional e internacional, no sólo por la oportunidad de las presentaciones artísticas, de las nuevas creaciones y de las anteriores que regresan en calidad de reestreno o reposición de quienes nos visitan y las aquí se han producido; sino también por el rol sociocultural que entraña su agenda total. Festival como espacio de encuentro, exposición, reflexión e intercambio para grandes y medianas compañías, figuras, momentos. Tiempos de cambios, de urgencias y quiebres que hacen a la danza la metáfora favorita del mundo, tal como asegurara la otrora gran bailarina Kristy Nilsson, hoy coreógrafa y maître de ballet.
Y es ahí donde el Comité Organizador de la cita habanera ha centrado la intención de una festividad que transversaliza esas realidades a las que se enfrenta la danza hoy. Por una parte, la conciliación con lo diverso, lo integrador levitante en ella, junto con lo más clásico de la milenaria tradición balletística; por otra parte, tender puentes y lazos, cuando el mundo se fragmenta, abandona, guerrea y padece frente a la naturaleza y sus sustos. Con todo, esta 28 edición viene cargada de ese impulso mayor que habita el empeño humano por fomentar sus capacidades de transformación, de entereza y producción de recursos claves para sensibilizar y cautivar nuevos públicos para la danza.
Al revisar la agenda de programación teatral del Festival, las salas Avellaneda y Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba y el Teatro Martí, advertimos la diversidad de estilos, tendencias poéticas y modos de tramar el arte coreográfico y su ineludible modo de instituir nuevas audiencias, animando el interés por la danza en su variedad más desemejante y, en consecuencia, el hábito de su disfrute y consumo. El Ballet Nacional de Cuba (BNC), con sus primeras figuras y el ensemble de la compañía, son protagonistas anfitriones. Junto a él, en los diferentes programas conciertos, la presencia de figuras distinguidas del panorama balletístico internacional. La mexicana Elisa Carrillo, los españoles Joaquín de Luz y Patricia Donn, el brasileño Marcelo Gomes, los franceses Mathilde Froustey y Riku Ota, Verity Jacobsen y Antoine Dubois (la primera pareja del Ballet de la Ópera de Burdeos, la segunda, del Ballet Angelin Preljocaj); los portugueses Margarita Fernandes y António Casalinho, el canadiense Matthew Golding y los rusos MariaIliushkina, Irina Perren, Marat Shemiunov, Daniil Simkin, Mijaíl Kaniskin y SemyonChudin.
Para esta edición 28, la inclusión de propuestas grupales de conjuntos de notabilidad en nuestra zona geográfica, como la colombiana Incolballet o la mexicana Anajnu Veatem (Compañía de Danza Judía en México), compartirán con una gran nómina de agrupaciones cubanas, todas principales: Ballet de Camagüey, Ballet Laura Alonso,Danza Contemporánea de Cuba, Micompañía, Malpaso, Otro Lado, Lizt Alfonso Dance Cuba y el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba. De la técnica más conforme a sus códigos primarios, a propuestas más alternativas; danza en la pluralidad de sus modos y maneras. De igual manera, la programación televisiva en los espacios estelares “La Danza Eterna”, “Bravo” y “Pasos”, acercarán al gran público telespectador a las jornadas del 28 Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso.
Claro, en una celebración de esta magnitud, aun atemperada a las restricciones de los tiempos que corren, con el pesar de quienes no han podido llegar hasta La Habana por diferentes causas, el eterno homenaje al artífice de todo, a nuestra Alicia. Y como elegante distinción, regresar a su versión de El lago de los cisnes. Obra cumbre de la tradición romántico clásica de la que ella se apropiara para devolverla mayor sobre la original de Marius Petipa y Lev Ivánov con música de Piotr Ilich Tchaikovsky.
El lago de los cisnes tendrá sendas funciones en la sala Avellaneda, también como tributo a quienes han hecho de sus roles protagónicos y de su excelso corps de ballet, recuerdos imborrables para el espectador cubano. Memorias y obras que persisten en el tiempo, por su condición de artificio siempre presto al retorno, a la revisita, a la reinterpretación de su ser patrimonio de la cultura coreográfica universal y por la sostenible perdurabilidad que gravita en la materialidad de la obra misma.
Ya lo he dicho en otros momentos, balletomanías al margen, El lago de los cisnes es pieza clave en el repertorio de toda compañía de ballet, y no menos en el BNC. Recrea un “simple” relato, pero bien conciso en el trazado dramatúrgico de los sucesos que lo integran y en las soluciones escénicas que lo definen. Personajes bien estructurados que se oponen en un conflicto dramático certero. Todo en función de una fábula coreográfica que toma como uno de sus componentes centrales la propositiva música de Tchaikovsky para hacer emerger contradicciones, sutilezas en la acción, énfasis y correlaciones entre sonoridad y baile.
Sin dudas, el Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso seguirá siendo como El lago de los cisnes, parte de nuestras obras elegidas dentro de aquellos trazos que la Cultura debe defender contra vientos y mareas. Como el clásico ballet, en él y en nuestros modos amantes de la danza, desemboca lo perdurable de la “buena” obra de arte que (lo dejaba ver la estética hegeliana) es maestra en cuanto que fijada en el material y en cuanto actualizada en la permanencia de su materialidad instantánea. Hecho que nos permitirá, hoy como ayer, apostar por un Festival que nos haga danzar en conjunto.
Autor: NOEL BONILLA-CHONGO