Especialistas italianos restauran mosaicos en teatro Tomás Terry
Por: Francisco González Navarro
2 de mayo del 2004
Especialistas italianos trabajan en la restauración de tres mosaicos venecianos adosados desde 1889 a la fachada principal del teatro Tomás Terry, en esta ciudad, 250 kilómetros al sudeste de La Habana.
Son los únicos diseños de ese tipo en un frontis en toda la isla y tenían un alto grado de deterioro, destacó a Prensa Latina el arquitecto Irán Millán, director de la oficina local de Monumentos.
Los mosaicos firmados por el artesano veneciano D.A. Salviati en 1888 representan a las musas de la música (al centro), la tragedia y la comedia y ocupan un área de 2 dos metros y 30 centímetros y 2 metros y 10, respectivamente.
En Cuba no existía experiencia alguna en la restauración de este tipo de diseño ornamental, por lo cual agradecemos el gesto del Consejo Comunal, la Asociación Italia-Cuba y otras instituciones de Venecia que financiaron el proyecto, señaló Millán. La iniciativa, añadió, partió del ciudadano italiano Giuliano di Celmo, cuyo hijo Fabio fuera víctima fatal de un atentado terrorista en un hotel habanero en septiembre de 1997.
En la península itálica existen dos escuelas bien definidas en la fabricación de este tipo de ornamento, las de Venecia y Ravenna. Los mosaicos del teatro Terry fueron elaborados con la técnica veneciana, pero con materiales de Ravenna, donde emplean arena de la isla de Murano, precisó el restaurador cubano.
Las tres musas que presiden la fachada neoclásica de uno de los edificios emblemáticos de Cienfuegos resultaron dañadas por varios disparos cuando la rebelión militar-popular contra la dictadura de Fulgencio Batista, protagonizada por esta ciudad el 5 de septiembre de 1957.
Una restauración realizada en 1965 colocó cristales para la protección de las superficies ornamentadas, pero creo otros problemas como el aumento de la temperatura y la humedad que terminaron dañando los diseños de Saviati.
El teatro Tomás Terry (Monumento Nacional) fue inagurado el 12 de febrero de 1890 y completa la tríada de coliseos del siglo XIX que perdura en la isla, integrada además por el Sauto, de Matanzas, y La Caridad en Santa Clara.
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